En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

25 febrero 2006

28 - Los Recuerdos


Perdón por hacerte esperar, es que… bueno… vos sabes… ya no puedo levantarme a orinar, entonces tuve que llamar a la enfermera para que trajera ese inmundo aparato… Papagayo ¿A quien se le puede ocurrir ponerle ese nombre? Bueno, no importa; la cuestión es que estaba con ese asunto cuando llegaste.

¿Hace calor afuera, no? El doctor dijo que es la mismísima marmita del diablo.

Recuerdo cuando era joven, en verano salía a caminar muy tarde. Detestaba el sol.

Lo que daría ahora por tener un poco de fuerzas para salir afuera al menos unos minutos y tirarme en el césped, sentir el sol en mi cara, ver las nubes en el cielo, oír el lenguaje de los animales…

Estoy tan nostálgico…

Vivo evocando cosas permanentemente, cosas que en su momento fueron cotidianas y banales, y ahora las veo bellísimas en mis recuerdos.

Hoy a la mañana recordé a Daniel, mi compañero de viaje de todos los días en el autobús escolar, en la época de escuela primaria.

Nos la pasábamos canjeándonos figuritas. Y recordé el olor de las mismas, el olor del papel nuevo… Fue maravilloso sentirlo de nuevo.

¿Vez? Ya estoy con los ojos llenos de lágrimas.

Por suerte no viniste ayer. Ayer sí que lloré muchísimo.

Recordé cuando mi madre me traía todos los viernes una caja de bombones.

Tendrías que ver lo hermosa que era esa caja. Era una caja maravillosa, llena de dibujos de flores exóticas, de todos los colores y formas.

Y también sentí la sonrisa en mi rostro que hacia siempre que abría la caja y comía esos chocolates tan deliciosos…

Mi madre… Quisiera tanto que ella estuviera aquí… pedirle perdón por lo ciego que fui toda mi vida, por lo ambicioso, por el saco de embustes que le vendí a todo el mundo por mi sed de dinero…

Y aquí estoy, un multimillonario con un cáncer que me carcome los huesos.

¿De que me sirve el dinero ahora? En realidad… ¿Me sirvió alguna vez?

Nunca. Sólo fue una falsa ilusión de seguridad.

Fui un hombre que vivió equivocado.

Pero creo que aun me queda un poquito de tiempo.

¿Sabés? Ayer reuní a mis hijos, que no querían verme, y les dije todo, todo lo que los amaba; les pedí perdón por mi egoísmo y mis ausencias. Y no te imaginás la felicidad que sentí cuando nos abrazamos…

Disculpame, te estoy haciendo emocionar como el otro día, cuando te conté cuando vi por primera vez a mi esposa, junto a esa estatua de plata de la Venus de Milo.

Pero vamos, que no viniste aca a llorar conmigo. Sacá ese violín mágico y tocá, por favor. Extrañe tu música estos días.

Hoy me gustaría mucho que toques una pradera.

La lluvia del otro día fue perfecta, pero creo que la pradera te saldrá mejor aún, por lo que me contaste de los barriletes.

Yo también los remontaba de niño con mi padre, por una hermosa pradera verde…

Oh… ya siento mis piernas correr...

14 febrero 2006

27 - Protagonizado Por Paul Giamatti



El miedo me roía la nuca, como una ratita con dientes de hielo. Escalofrío recorriendo la columna vertebral. Arriba abajo, de abajo arriba. Masturbación medular de mi miedo paranoico.

Y creo que mi vómito sobre la acera, es sin dudas la eyaculación, pero sin éxtasis ni paz posterior, porque el estómago se me sigue retorciendo por los nervios.

Enciendo un cigarrillo a la manera de Humphrey Bogart (trato de tener estilo, de sueños se vive), y me apoyo contra la pared. Me miro las manos, y como siempre que tengo algo importante, están temblando, sudorosas.

Me dejo el cigarrillo en la boca, sin tocarlo, a ver si por una vez en la vida no lo mojo con el sudor de mis manos. Gasto más dinero en cigarrillos porque se me humedecen que por lo que fumo en sí.

Bueno, a moverse, ya está por ser la hora y son diez cuadras hasta el restaurant, porque al auto lo dejo aca, ni loco voy hasta allá en esta chatarra, ya bastante tengo con que me estoy quedando pelado y gordo, no voy a generar nuevos motivos extras de subestimación.

Agarro el maletín, doy una última pitada al cigarrillo (húmedo, nunca zafo), y voy hacia el restaurant.

Yo que vivo en un movimiento, quiero decir, en un monoambiente (pero más que nada en un movimiento, en una montaña rusa, para ser exactos), y tengo que ir a este restaurant donde el vaso de agua sale treinta dólares (la camisa que llevo puesta sale diez).

Bueno, no importa, ya está, ya llegaste, ya entraste, ya viste al Señor Thompson, ya lo saludaste, ya le estrechaste la mano, ya te sentaste, ya charlaron para romper el hielo (no, hielo no, no pensés en hielo, a ver si todavía le vomitas el Armani), ya abriste el maletín, ya le entregaste lo tuyo, ya lo esta leyendo atentamente…

Ya basta.

Tranquilo.

Te estas mareando.

Son muchos “ya” para un tipo tan pequeño como vos.

Tenete piedad.

Pequeño. Petiso. Si, petiso. Que triste. Es tan deprimente… No puedo ver partidos de la NBA del trauma que tengo.

Aunque, en realidad, lo triste no es… ¡Momento! El Señor Thompson parece satisfecho. Ojalá. Dicen que es muy exigente, que detesta perder el tiempo.

No me gustaría hacerlo enojar, menos con esos dos guardaespaldas a su lado… Dios mío… Se ve que son tipos peligrosos…

¿Podrán sentir mi miedo?

¿Podrán olerlo?

Hum, yo creo que lo único que sin duda huelen es mi horrible sudor, puta madre, Susan, ni siquiera con esto me ayudaste, te dije que tenía que ser un buen desodorante, que la reunión era muy… ¿Cómo dice, Señor Thompson? Oh, muchas gracias, me alegra que le guste. Si, claro, cuando usted desee. Jajaja, el honor de la pluma sellando el pacto, jajaja, si. Por supuesto, esperare su llamado. Un placer, lo mismo digo. Hasta luego.

¿Nos vas a dejar respirar en paz ahora?

Ok, pulmones, creo que lo merecemos. Al menos unos minutos.

10 febrero 2006

26 - Retrospectiva

- Te amo – dijo Laura, ya sin poder llorar – Para siempre.

Después se fueron todos caminando lentamente, menos Laura, que se quedó unos, minutos.

Se quedaron los dos en silencio, con la mirada perdida.

Laura y mamá se abrazaron con fuerza, llenas de dolor, con los ojos enrojecidos.

Después mamá se acercó a papá, y lo abrazó.

Laura esperó a que mamá dejara un jazmín, y después se acercó y puso una rosa roja (mi flor favorita) sobre el montículo de tierra. Laura y mamá se miraron.

Uno a uno mis familiares y amigos fueron dejando las flores. Papá, mamá y Laura esperaron que todos lo hicieran, y el primero de los tres en poner la flor fue papá.

Cuando la tierra comenzó a taparlo, todos rompieron a llorar, excepto papá.

El cura terminó de hablar, y los hombres agarraron las palas.

Lo bajaron lentamente. El cura abrió la Biblia y leyó unos pasajes. Todos permanecieron en absoluto silencio.

Mamá y laura iban detrás de ellos, seguidas por el resto de la gente. Si bien todos caminaban despacio, no tardaron mucho en llegar al lugar.

Por delante lo llevaban mi abuelo y papá, los dos con la mirada adelante en el camino. Juan y Gabriel lo llevaban por el medio, y Carlos y Daniel por detrás.

Llegaron al mediodía. Era pleno Enero y hacia un calor infernal (nada casual, supongo), pero igual todos estaban vestidos de riguroso negro. Papá y mi abuelo lo bajaron junto con Juan y Gabriel (mis hermanos mayores), y Carlos y Daniel (mis mejores amigos).

La corta fila de autos avanzaba por la ruta. Mamá vio en una esquina a un anciano persignarse, y desvió la mirada.

Los vecinos, asomados a la ventana, parados en la puerta, o hablando entre ellos (pobrecito, tan joven, no era para este mundo, bla bla bla), vieron a los autos salir.

Cerraron el cajón, y entre mis tíos, amigos y papá lo llevaron hasta el coche de la funeraria, en donde después papá se subió junto a mamá y Laura.

El velatorio se hizo en casa. Una reunión muy íntima. Solo mis amigos, y los familiares más queridos (o más falsos). No duró mucho tampoco, lo suficiente para despedirse, si se puede decir así. Supongo que a ellos les sirve de algo, una especie de última retención.

Tantas cosas inútiles… Aviso de la policía, hospital, morgue, reconocimiento, dolor, llanto, llamadas y más llamadas, el “no, no puede ser” “porque, Dios, porque”, etc, etc.

La ambulancia llegó tarde, como siempre, y los camilleros subieron lo que alguna vez fui yo.

Casi ni hubo dolor. Oscuridad, sólo oscuridad.

La frenada del auto detuvo el tiempo un segundo. Las expresiones de los testigos, la del conductor, la mía.

Iba a una velocidad altísima, y me sentía muy bien, feliz, respirando la libertad a grandes bocanadas. Libertad que perdería esta noche con el compromiso. Aceleré más, por la bronca. Entonces apareció.

- La vida es una sola – pensé, sonriendo.

Nunca me había pasado nada, era un excelente conductor, no tenía porqué preocuparme, así que aceleré a fondo.

Pensé en volver a buscarlo, pero la ruta estaba vacía. Una verdadera tentación, no podía resistirme.

A las diez cuadras medí cuenta que me había olvidado el casco en lo de Pamela.

- Sos insaciable, nene, eh – me dijo Pamela.- No lo dudes, bebé – le respondí, arrancando la moto y yéndome.

Nos dimos un largo beso en la puerta. Le puse las manos sobre su cola perfecta. Pamela me mordió despacio el labio inferior.

Casi lo detengo entre el 3ro y el 2do piso para hacerle clamor ahí. Maldito compromiso. Salimos a la calle. Me subí a la moto.

Me vestí desganado y molesto. Ella también. Después salimos y nos subimos al ascensor.

- ¿No podes faltar? – preguntó Pamela, socarronamente.

- Si, claro ¿y quien me salva de la que se me arma después? Hace dos meses que Laura la está preparando. Hay que hacer acto de presencia, che.

- Uy, si… asi… asi, bebe… asi… - dije, extasiado. La alarma de mi reloj pulsera sonó. Lo miré. Eran las 19:00 – Puta madre, tengo mi fiesta de compromiso con Laura, me olvidé por completo. Me tengo que ir ya.

- ¿En serio? – preguntó Pamela, con la mirada llena de lujuria.- Por supuesto, bebé – contesté, mientras le agarraba la mano y se la ponía sobre mi miembro – Pero igual, me gustaría que vos y tu hermosa boquita me lo confirmen.Pamela sonrió, y bajó hasta mi entrepierna.

- ¿No es buena chica Laura? – preguntó Pamela.- Si – le contesté, acariciándole su hermoso cuerpo desnudo – Demasiado. Se la pasa todo el día abrazándome y diciéndome que me ama. Y encima es más frígida que una estatua, aburrida más no poder. Pero bueno, el viejo de ella tiene mucha plata… me conviene. Además, para verdadera mujer, para amante perfecta, te tengo a vos, preciosa.

25 - El Ganador



El hombre entró al lugar, y escribió en el pizarrón:

Arrebujado
Sed enloquecida
Fétidos
Rasgado por la impaciencia
Alba
Extraño movimiento
Matando
Ocupado por la sangre

Un nuevo juego comenzaba. Dejo la tiza y tomó el arma. Puso las seis balas, y se acercó a los seis hombres atados en las sillas. Comenzó por el pelirrojo. Le apuntó. El pelirrojo gritó, enfurecido:

- Andate a la puta madr…

Cinco balas.

El segundo elegido fue el rubio, completamente shockeado por la muerte del pelirrojo. Tartamudeó, asustado:

- Yo… no-no en-entiendo… eh… est…

Cuatro balas.

El hombre comenzaba a aburrirse. Los anteriores habían sido más sagaces. Le apuntó al petiso, que se mojó los labios nerviosamente:

- Eh… La sed enloquecida… hizo que el hombre… en el desierto… ehh… bueno…

Tres balas.

El siguiente fue el de ojos azules:

- Señor,… se me ocurrió algo para continuar el relato del desiert…

Dos balas.

El próximo era un gordito, que lloraba como un bebé.

Una bala.

El hombre suspiró, cansado y aburrido. Le apuntó al último, decidido a matarlo sin escucharlo, pero vio que este sonreía. Sintió curiosidad por este hombre rapado. Le dejó hablar:

- Si… ya sé que estás rasgado por la impaciencia de saber porqué sonrío. Es que veo los rayos del alba entrar por esa hendidura en la ventana, y pienso en Catherine, mi mujer. Si no estoy en durmiendo a su lado cuando despierta… dios… se enfurece, y empieza a caminar de un lado para el otro con el pelo arrebujado, haciendo llamadas. Es tan celosa… jamás me cree que salgo con amigos. Yo sería incapaz de traicionarla, La amo demasiado. A pesar de sus celos, es maravillosa. Y tendrías que verla hacer el amor, ni te imaginas… una verdadera fiera, me devora el cuerpo a besos con una sed enloquecida que ni te cuento. Espero que no me extrañe demasiado… No, quedate tranquilo, ese extraño movimiento en el ventiluz no debe ser mas que un pájaro. No creo que la policía te encuentre, sos muy listo, a mi me engañaste muy bien. Me gustaría saber si con los otros fue igual. Que pena que se hayan puesto tan nerviosos, que no hayan aceptado su destino… con tipos así te la vas a pasar matando, jajajaja, y creo que buscas algo mas que eso, ¿no? Ah, hablando de matar, quisiera pedirte algo: ¿podrías correrme de al lado de este gordo? Es que se cagó por el miedo, y los fétidos olores me están mareando, quiero morir con un poco de aire limpio, al menos. Hum, creo que la idea no te gusta. Y si, ya bastante vas a estar ocupado por la sangre que vas a tener que limpiar, mucho movimiento. Bueno, no te preocupés, hacé como quieras, total, mi suerte está echada.

El hombre estaba fascinado. Cuanta velocidad, cuanto ingenio… Sintió orgullo de haber sido vencido por un rival tan talentoso después de 174 rondas. Se puso el arma en la cien.

Cero balas.

24 - El Viaje








Tres golpes secos en la puerta, con lentos intervalos entre ellos, sonaron en la puerta de Chaia, que estaba en su escritorio, escribiendo un cuento para el Nuevo Juego Literario. No pensaba atender, porque estaba malhumorada debido a que había llegado a una parte del cuento en donde no podía avanzar, no se le ocurría nada:

…”Y llegué corriendo descalza, al prado repleto de margaritas. Me arrojé al piso velozmente, con el pelo cayéndome sobre la cara, y arranqué con un ansia desesperada las flores, que se rompían en mis manos por la brutalidad. Siempre había soñado con que sería un momento de brisa, un momento mágico para mi, y ahora que había llegado me comportaba así, tan salvaje, tan…”

TAN TAN TAN

Los tres golpes en idéntica rítmica que antes se repitieron en la puerta. Chaia se levantó de la silla y fue rápida y decidida a mandar al diablo a quien quiera que fuera el que golpeara. Abrió bruscamente la puerta, y vio de espaldas a un tipo robusto, con un sobretodo negro.

- ¿Si, que desea? – preguntó Chaia, con fastidio.

El hombre se dio vuelta, y la miró directamente a los ojos. Chaia sintió todo su cuerpo paralizarse. Era una mirada tan penetrante…

- A vos te deseo – contestó el hombre con una sonrisa llena de lasciva picardía.

Chaia sintió miedo. Quería cerrar la puerta y esconderse debajo de la cama, pero no podía moverse. El hombre sonrió más naturalmente, y dijo mientras entraba a la casa:

- Hey, soy Tyler, no te asustes, Chaia.

Chaia abrió bien grandes los ojos. Su mente trabajó a una velocidad enorme, recordando la charla con Miles por teléfono de la semana anterior:

- A mi me gustaría viajar a Israel – había dicho Miles.

- ¿A qué? – le respondió Chaia.

- ¿A que va a ser, Chaia? A conocerte. Ya te dije que me resultas muy interesante.

- ¿Otra vez el chamuyo barato? Sabés que lo detesto. Encima hace muy poco que me conocés, más o menos…

- Cinco años.

- ¿Qué? ¿en serio? A mi me parece que te conocí ayer.

- Y, que le vas a hacer. El tiempo es un paraguas agujereado muchas veces, viste. Pero, decime… ¿a vos te jodería que vaya?

- No, para nada. Lo que pasa es que suena raro. Es raro. Pero bueno, sería interesante conocerte, me caes muy bien y disfruto nuestras charlas.

Después la conversación derivó en hamburguesas, monos araña, y ventiladores. También en cómo Miles tenia crédito ilimitado para hablar por teléfono público gracias a un amigo hacker, y así llamarla gratis todo el tiempo que quisiera. También Chaia bromeó con que si él viajaba para Israel, que ni se le ocurra “traer” a Tyler. Miles le dijo que sólo un gran inconveniente haría salir a ese lunático, que el nuevo tratamiento lo tenía bien controlado.

- Sólo un gran inconveniente – pensó Chaia – Gran inconveniente. In-conveniente.

Volteó nerviosa, y vio a Tyler sentado cómodamente en el sofá, mirándola de vuelta así, tan penetrante. Penetrante. Pene-trante. Pene Entrante.

- Dios ¿Qué carajo me pasa? ¿Por qué pienso esas cosas? – pensó Chaia, llevándose una mano a la boca.

- Tranquila, Chaia – dijo Tyler, encendiendo un cigarrillo – Ya sé lo del “gran inconveniente”. Miles es un exagerado, los sabés.

- El me mandó su foto. No se parecen en nada. No me dijo que el cambio era físico también – dijo Chaia, acercándose lentamente al sillón mas alejado del sofá.

- En cambio es total – explicó Tyler, exhalando el humo – A esos putos científicos no se les escapó nada, estuvieron en todos los detalles.

- Su voz – pensó Chaia – Es tan diferente a la voz nerviosa e insegura de Miles. Es completamente distinta. Es… Cómo explicarlo… Es cómo haber estado todo el día caminando en la calle, en pleno invierno, y llegar a casa con muchísimo frío, y desnudarse enfrente de la chimenea, acariciándose lentamente todo el cuerpo… ¿Desnudarse? ¿Acariciarse? ¿Por qué pensé eso?

- Estás muy nerviosa, Chaia, tranquila, no te voy a hacer nada.

- ¿Nerviosa yo? – dijo Chaia, riendo torpemente – Para nada, cosas tuyas.

- Esta bien, como digas, yo te aclaro por las dudas. No te voy a hacer nada… Al menos nada malo – dijo Tyler, sonriendo.

Chaia quería mandarlo a la mierda por el comentario, pero en cambio pensaba en las diferencias que había entre Miles y Tyler:

En la foto que le había enviado Miles de él mismo, se veía muy alto y delgadísimo, con el pelo rapado, de tez morena y tímidos ojos marrones.

En cambio, Tyler era musculoso, bastante mas bajo en estatura que Miles. Tenía ojos azules, la tez blanca, el pelo rubio y largo hasta los hombros, un tatuaje que le cubría la mitad derecha de su rostro, y un halo de seguridad inmenso.

Inmenso.

Conveniente Pene Entrante Inmenso.

- ¿Porqué no puedo salir corriendo de acá? – pensó Chaia, desesperada - ¿Por qué? Dale cuerpo, movete, levantate y andate, por favor… No, ¡No, vos no! ¡No te muevas, no vengas para acá, no!

Tyler se había levantado del sofá, y se acercó al sillón y se sentó al lado de ella. Chaia no podía ni pestañear. Tyler le susurró al oído:

- Shhh… Tranquila, nena. Dejá todo en mis manos.

- Tus manos – pensó Chaia, cerrando los ojos – Tus manos acariciando mi cuerpo desnudo junto a la chimenea, si. Arrancame el vestido con brutalidad en el prado, si.

- Si – dijo Chaia – En tus manos. Si.

Tyler sonrió, y rápidamente se sacó el sobretodo.

Conveniente Pene Entrante Inmenso.

Diez horas después, Chaia despertó con la sensación de que una manada de toros le había pasado por encima. Miró a su lado, y Tyler no estaba en la cama. Con gran esfuerzo, se levantó y fue hasta la cocina. Sentía una enorme necesidad de tomar jugo de naranja, no sabía bien porqué.
Abrió la heladera y sacó una jarra grande, y la bebió con gran ansia, tanto que le chorreaba jugo por las comisuras de los labios.
Sintió las gotas bajar despacio por su cuello, y pensó en Tyler. Jamás había conocido un hombre así, tan animal, tan instintivo, y que la haga comportarse de la misma forma.
Alzó la jarra de jugo.

- Brindo por ustedes, científicos – dijo, entre hipos.

Cerró la heladera, y vio que en la puerta, sostenido por un imán, estaba el cuento que ella había estado escribiendo. Lo continuaba una letra muy prolija:

…”Siempre había soñado con que sería un momento de brisa, un momento mágico para mí, y ahora que había llegado me comportaba así, tan salvaje, tan brutalmente extasiada, apretando las margaritas contra mi nariz, y aspirando con fuerza, al mismo tiempo que me tiro de espaldas en el prado, mirando hacia el hermoso azul del cielo. Y a pesar de mi falta de delicadeza, me siento tan feliz…”

- Hermoso – dijo Chaia, sonriendo – Ojalá vuelvas, Señor inconveniente.

Alguien golpeó la puerta. Chaia supo inmediatamente que no era Tyler, y sintió un poco de decepción. Igual fue a atender, rascándose la cabeza y bostezando. Abrió la puerta y vio que era el cartero.

- Buenos días – dijo Chaia.

- Buenos días – dijo el cartero, levantando la vista de una planilla, y quedándose con los ojos abiertos y sorprendidos, mirando a Chaia sin poder decir nada.

- ¿Trae algo para mí? –preguntó Chaia, impaciente.

- Ehh… Si… Si – dijo el cartero – aquí tiene… firme… firme aquí, por favor.

Mientras Chaia firmaba, otras personas pasaban por la puerta, y cuando la veían, en el rostro les aparecía la misma expresión del cartero.

- Listo – dijo Chaia, entregando la planilla.

- Gra… Gracias – contestó el cartero, inmóvil.

Chaia le cerró la puerta en la cara. “Tipo raro”, pensó. Después pasó frente al espejo de su cuarto, y vio que estaba completamente desnuda. Se llevó una mano a la boca, muerta de risa. Después se tiró boca arriba en la cama, mirando hacia el techo.

- Ojalá vuelvas, Señor inconveniente – dijo – Ojalá vuelvas.










09 febrero 2006

23 - La Torre De Cristal



Joel se sentía cansado. Había estado haciendo la cola con su familia desde antes del amanecer.

Un tipo gordo, con mostacho, hablaba por un megáfono:

- Si, Señores: ¡El Mundo Del Dragón, el único parque de diversiones del mundo con una estrella intergaláctica! ¡Traído del planeta Elzevernia, del sistema solar Épsilon, pasen y vean a Vandor, el Dragón!

Joel y su familia entraron.

- ¡A correr! – gritó el padre.

Joel veía a otras familias enteras corriendo locamente sin parar.

- ¡Vandor ya esta por salir! – Dijo su madre - ¡Sólo lo hace una vez por hora!

En un descuido de sus padres, Joel logró soltarse, alejándose hacia una torre de vidrio. Sentía mareos, el estómago revuelto.

Entró y subió hasta el último piso. Desde allí se podía ver perfectamente la cápsula de vidrio en donde estaba Vandor. Se sentó en el piso, agotado.

- Parece que también viniste aquí escapando de la fiebre – dijo una voz a sus espaldas.

Volteó. Era una chica de su edad, muy linda.

- Soy Hannah – lo saludó.

- ¿Que tal? Soy Joel.

Hannah se sentó a su lado.

- Me da pena Vandor, debe sufrir mucho ahí dentro – dijo.

- Sin duda – dijo Joel.

- Lo han hecho un ser sin vida, para la diversión morbosa de los demás. Le han dejado bien oculto en la memoria todo lo que alguna vez fue.

Unas campanas sonaron. La gente gritaba abajo, eufórica.

- ¿Qué sucede? – preguntó Joel.

- Son las trece campanadas que anuncian al dragón – Respondió Hannah - Observa. Es terrible.

“¡El gran momento llegó, señoras y señores! Vean el vapor salir de las aguas hostiles del pantano, recreado exactamente como lo son en Elzevernia. Abran bien los ojos. Con ustedeeeees: ¡Vandor!”

Vandor salió del pantano. Era inmenso, con hermosas escamas plateadas. Tenía en el cuello un collar psicotrónico con el cual dominaban sus movimientos. Se notaba la tristeza en sus ojos.

Voló un rato, escupió fuego, hizo algunas piruetas, y volvió al pantano.

El espectáculo duró muy poco, pero la gente deliraba. Muchos esperarían hasta la próxima hora.

Hannah y Joel se miraron. Tenían lágrimas en los ojos.

- ¿Lo viste? – decía Hannah – ¡Cuánta tristeza había en sus ojos!

- Sí… - contestaba Joel, secándose las lágrimas.

Hannah suspiró y lo imitó. Después se levantó de golpe, diciéndole:

- Ven.

- ¿A dónde?

- ¡Vamos, confía en mí!

- De acuerdo.

Bajaron corriendo las escaleras, riendo. Entraron en el segundo piso.

- Aquí es – dijo Hannah – Las Flores Cantantes.

Joel miró. Eran flores hermosas, grandes, de todos los colores.

- Son de Elzevernia – dijo Hannah – Dicen que si dos personas que se gustan se miran fijamente delante de ellas, y ellas cantan, es porque están enamoradas.

Hannah miró a Joel fijamente. Él también a ella.

La melodía sonó maravillosamente, pura y cristalina. Sonrieron tímidamente, sin poder dejar de mirarse a los ojos, salvo cuando los cerraron, para descubrir los hermosos cosquilleos del primer beso.




07 febrero 2006

22 - El Voyeur







Todo estaba listo.

Era la Gran Noche Gran.

Durante el verano, las publicidades habían establecido la competencia. Los canales habían mostrado sus armas, jugado sus mejores cartas para llegar a este día, el día histórico en la televisión argentina.

Adrián Suar había convencido a los directivos del 13 de comprar los derechos de “Operación Triunfo”, y apostar en grande: que los entrenadores vocales de los chicos sean Whitney Houston y Phil Collins, que en el primer programa Cristina Aguilera y Justin Timberlake aparezcan en vivo para saludar a los participantes, que Marley siga siendo el conductor del programa, y, por supuesto, que Maradona forme parte del jurado.

Por el lado de Telefé, Marcelo Tinelli había retornado, bombos y platillos mediante, con “Videomatch”, y planeaba inaugurar el programa con una versión de “We Are The World”, cantada por un coro de chicos con sida, Bono de U2, y las Madres de Plaza de Mayo, todos con una remera con la inscripción: I Love Zimbabwe.

Daniel Hadad, siempre creyéndose original, había reclutado a Mirtha Legrand y a Susana Giménez para hacer “Cenando con Sú y La Chiqui”, y para el debut de esta noche, los invitados eran Silvio Soldán y Silvia Suller, que iban a reconciliarse en vivo y en directo.

América TV no apostaba a las figuras de primer nivel, pero sí a la entrega de grandes sumas de dinero: Gerardo Sofovich iba a ser el conductor de “Guillermo Tell y el Millón de Pesos”, un programa en donde un grupo de padres tenían la misión de acertarle con una flecha a una manzana en la cabeza de sus propios hijos. El ganador se llevaba un millón de pesos.

Por último, Canal 7 competía con un retorno para fanáticos: “Cha Cha Cha”, con Alfredo Casero, Diego Capusotto, Fabio Alberti, y todo el equipo entero de la primera época.

La euforia y la expectativa eran inmensas, tanto en los canales como en los hogares argentinos.

En Ibope, había personal extra desde hacia dos días.

En los cinco canales, perfectamente sincronizados entre sí en cuenta regresiva, cronómetros indicaban que faltaba un minuto para las 22:00, la hora señalada.

Todos se acomodaban en sus posiciones, pedían retocarse el maquillaje, se mordían las uñas.

Maradona terminaba de decidirse por una remera con la inscripción: “Yo Dios, Pelé Cristo”, en vez de una que decía: “Por Las Nenas”.

Mirtha se abanicaba, y le daba pequeños sorbos a una copa de champaña.

Susana se miraba en los monitores, para ver si se le notaba mucho la gordura.

Suar caminaba de un lado para el otro, rezando su plegaria personal: “Padre Golden Rocket que estás en el cielo, santificado sea tu Poliladron…”

Tinelli repasaba rápidamente las preguntas que tenía que hacerle a Bono, que lo miraba extrañado, sorprendido por el tamaño de su cabeza.

Sofovich pegaba un grito a todos en el estudio para que se callaran, mientras bromeaba con su abogado lo lindo que seria que un flechazo le parta la cabeza al gordito pecoso de lanús oeste.

Y Casero hablaba con Capusotto acerca si el fainá es más rico en la Estación Once o en Constitución.

Faltaban diez segundos. Todo estaba listo.

Marley, Tinelli, Susana, Mirtha, Sofovich y Casero miraban a las cámaras, y se preparaban.

Pero ninguno se imaginaba lo que estaba por suceder.

3… 2…1… ¡AIRE!

Justo en ese momento, en algún lugar de Capital Federal, un hombre apretó un botón, sonriendo maliciosamente. La señal se cortó en los cinco canales.

- ¿Qu-que pas-pasó? ¿Que pasó? ¡¿Que pasó?! – gritaba Suar.

- ¡Buenas noooooches Ameeeeerica! – saludaba Tinelli.

- Carajo, mierda – protestaba Mirtha.

- ¡Averiguá ya mismo que corno es todo esto! – le decía Sofovich a su asistente, agarrándolo de las solapas del traje.

- ¿El faina de Retiro… lo probaste? – preguntaba Casero.

Los teléfonos sonaban sin parar. La gente llamaba enfurecida, desconcertada.

El hombre esperó unos segundos, y apretó play en la consola de video.

Las pantallas se pusieron negras, y el tema “No Way Out”, de los Stone Temple Pilots, comenzó a sonar, al mismo tiempo que unas palabras en color blanco aparecieron:

VOYEUR TV

En los estudios de los canales y en los hogares se quedaron en silencio. Los teléfonos dejaron de sonar.

Apareció la primera imagen: Pamela David en la ducha de su casa, enjabonándose delicadamente.

- Son operadas esas lolas, se nota – dijo Mirtha.

- Está para matarla – dijo El Diego.

- ¿Es una jodita, muchachos? En serio… díganme… - preguntaba Tinelli, desconcertado.

Las siguientes imágenes mostraban a Daniela Cardone, Yesica Cirio, Natalia Oreiro, Luisana Lopilato, Araceli González (El Chueco recordó viejas épocas) y Silvina Luna también en la ducha.

El hombre en el estudio se relajó en su silla, y tomó un vaso de whisky.

- Ahora viene lo bueno – dijo.

Hubo un fundido en negro, y la siguiente imagen mostraba a Florencia De La Ve haciéndole sexo oral a Maradona, que tenía una corona de oro puro en la cabeza, y la remera de River Plate puesta. Después se veía entrar a Suar con una peluca rubia, vestido de colegiala, y diciéndole al Diego: “Soy tuya, Diegote, soy tuya”.

En el estudio todos miraron a suar y al 10, que estaban más pálidos y blancos que una línea de merca.

- Good blowjob – pensaba Bono – Really good.

Otro fundido en negro, y ahora se lo veía a Soldán pegarse el peluquín con Poxi-Ran, antes de salir a “Feliz Domingo”. Silvia Suller estalló en su carcajada característica, mientras La Chiqui Legrand se desmayaba al verse a sí misma en la pantalla, sentada en el inodoro de su casa, yendo de cuerpo, mientras leía la revista Paparazzi.

- Yo sabía que Dios me iba a castigar – se decía tristemente Hadad, agarrándose la cabeza – Yo sabía.

El próximo en aparecer fue Tinelli, que hablaba con Claudio Villarroel:

- ¿Es necesario que les dé un beso a los sedosos, che? – le preguntaba Marcelo – Me da asco.

- Y si, Marce, te hace ver más humano – le contestaba Villarroel.

- Y bue, todo sea por el rating – decía Marcelo, resignado.

Silencio de ultratumba en el estudio de Telefé.

- Chicos…chicos… ¡era una jodita para Videomatch! – dijo Tinelli, riendo nerviosamente.

- Están hasta las manos – dijo Sofovich, riendo, pero se pudo serio inmediatamente al verse en la pantalla, en un diálogo con la gente del COMFER:

- Gerardo, es ilegal, estas poniendo en riesgo la vida de los chicos con el juego de la flecha.

- Muchachos… muchachos… - decía Sofovich, acariciando un gatito – ¡Si se mueren es mejor, da mas rating! Esta todo planeado… Además… no sería la primera vez que matamos por el éxito, jejeje.

Los del COMFER estallaban en carcajadas, y se guiñaban los ojos con Gerardo.

- Es trucado – decía Sofovich en el estudio, sudando – No hay pruebas.

Por último, apareció la imagen de Casero, que se clavaba un acido entero, se vestía de Caperucita Roja, y cantaba “Wannabe”, de las Spice Girls frente al espejo de su casa, bailando.

- Está bueno para un gag, che – le decía Capusotto, en el estudio del 7.

- ¿Viste? – respondía Casero – Pero tiene que ser un poco más corta la pollera.

Las imágenes dejaron de aparecer, y el hombre apretó otro botón. Las señales volvieron a los canales.

- The Show Must Go On – dijo el hombre, sarcásticamente.

En los cinco canales, todos estaban inmóviles. Nadie sabia que hacer. Los teléfonos volvieron a sonar sin pausa.

- Eh… bueno… después de este pequeño inconveniente… - comenzó a decir un nervioso Marley.

- ¿Estamos en el aire? – preguntó una desorientada Susana.

En América cerraron la transmisión. Gerardo iba directo a Ezeiza.

- Lo cantaste bien, gordo, en serio – le decía Fabio Alberti a un preocupado Casero, por su entonación en el tema de las Spice Girls.

- ¡Buenas Noooooches Ameeeeerica! – Saludó Tinelli.











06 febrero 2006

21 - Los Descansos


- Sigan trabajando – les ordenó a los Cíclopes – Yo voy a descansar un poco.

Las caras sombrías de los Cíclopes lo miraron extrañados. Era raro que Hefestos descansara, pero rápidamente movieron la cabeza en señal afirmativa, y siguieron trabajando en el escudo de Aquiles.

Hefestos, cuidándose de que ninguno lo siguiera, se dirigió lo mas rápido que su cojera le permitía hasta el centro del Etna. Cuando llegó, el río de lava ilumino perfectamente su rostro deforme. Se lo notaba ansioso.

Con mucho cuidado, sacó varias rocas de un rincón, y extrajo el busto. Lo miró con enorme cariño, y recordó con una sonrisa cómo lo había conseguido:

- No sé porqué la quieres tanto – le dijo Heracles – Te rechazó sin importarle nada. No tiene sentimientos. Yo la detesto, mas allá de que me haya querido matar con las serpientes.

- Es mi madre, Heracles – contestó Hefestos, bajando la cabeza – Mis sentimientos hacia ella lo superan todo.

Heracles suspiró.

- Está bien, hermano mío. Mañana, cuando venga a buscar mi espada, te lo traeré.

Hefestos subió la cabeza, con la mirada llena de gratitud, y sonriendo como un niño.

- Gracias, Heracles. Muchas, muchas gracias.

Al día siguiente, rebasado de ansiedad, Hefestos salió al exterior del Etna (nunca lo hacia), y vio a lo lejos a Heracles, que se acercaba trayendo algo que, bajo los rayos del cálido sol de otoño, resplandecía magníficamente.

- Aquí está, hermano – dijo Heracles, entregándoselo – Espero que te haga feliz.

Hefestos lo tomó entre sus manos con un cuidado extremo, y las lágrimas le cayeron por las mejillas, al igual que ahora en el centro del Etna, y lo primero que dijo aquella vez fue lo mismo que decía ahora, sentándose entre las rocas.

- Madre – decía, abrazando el busto con fuerza, cerrando los ojos – Mi amada madre.

Ciertamente, Hefestos nunca abandonaba la fragua del Etna para descansar, y cuando lo hacia, era porque su soledad infinita lo desbordaba. Entonces venía aquí por horas, a mirar los rígidos contornos del busto de Hera, y se sentía feliz, y un poco mas cerca de su madre.

Y muchas veces se quedaba dormido, y soñaba que llegaba a Farsalia, caminando perfectamente, sin cojera y sin ninguna deformidad, y se veía a si mismo subiendo las altas cumbres, dejando atrás las casas viejas del pueblo, y llegando a la cima del Olimpo, magníficamente iluminado por una enorme luna llena, en donde Hera lo esperaba sonriendo, con los brazos abiertos, mirándolo tiernamente con sus ojos azules, y diciéndole con una melodiosa voz mientras lo abrazaba:

- Perdóname, hijo mío. Perdóname. Prometo nunca mas volver a abandonarte. Te quiero tanto, mi hermoso y amado Hefestos.

- Yo también, madre – contestaba él, llorando de alegría – Yo también.

Y así eran los descansos de Hefestos.

01 febrero 2006

20 - Dedicado A La Mujer Que No Conozco



Me gustaría despertarte y decirte que estoy volando por un cielo que tiene el color de tus ojos, pero te vez tan hermosamente dormida que sin duda seria un sacrilegio.

Te acaricio el pelo con dulzura, y te suspiro al oído que te amo, deseando que me escuches en tus sueños, y cómo una maravillosa confirmación, vos movés suavemente tu cabeza sobre mi pecho, y esbozas una sonrisa.

Es increíble cómo cambiaste mi vida, xxxxx, cómo lograste que abriera mis ojos al mundo, que viera su belleza, que dejara de hacer todo incorrecto a propósito.

La vida no tenía sentido para mi antes de conocerte, yo era sólo un fantasma errante con el ceño fruncido, esclavo de mis propios terrores.

Pero llegaste vos con esa sonrisa, esa forma de hablar, esos ojos que hoy son mi cielo, y todo cambió.

Yo que siempre había pensado que el amor no existía, que era una mentira de los ilusos, una esclavitud a lo imposible…

Es todo lo contrario, xxxxx, soy libre ahora más que nunca.

Cuando más camino de la mano con vos, más hablamos, más nos besamos sin descanso en los tejados, mas alas tengo.

Vos hablás mi lenguaje, xxxxx, vos me entendés sin que yo diga nada, a veces quizá con tan sólo una variación de mi temperatura corporal, y a veces con esos arrebatos de improvisación adrenalínica que me hacen proponerte locuras, como hoy al mediodía, mientras comíamos papas fritas con pimienta, y te dije que hagamos un viaje juntos, ya, sin valijas ni nada, a cualquier parte, y vos sonreíste y saliste corriendo a buscar tus carbonillas y dibujaste la torre Eiffel en la pared del comedor, y nos hicimos el amor en la alfombra que ahora era París durante andá a saber cuanto tiempo.

El tiempo… ¿Qué es ahora el tiempo para nosotros, xxxxx?

Sé que antes era el ahogo a las tres de la mañana, el mirar fijamente el ocaso a las siete de la tarde, los cuatro minutos cuarenta y ocho segundos que dura el tema “The Night”, de Morphine, y los 123 minutos de “Cinema Paradiso”.

Y ahora es abrazarnos cuando queramos, besarnos bajo el sol o las estrellas, es escuchar cantar a Mark Sandman (muerto pero vivo, ahí tenés, El Tiempo) “you’re the sounds I never heard before”, y llorar cuando Totó ve en el cine el regalo que le dejó Alfredo.

Es lo que de verdad importa, lo que podemos agarrar con el alma, lo que nos sirve de escenario para bailar hasta que nos duelan los pies, sólo nosotros dos.

Sólo nosotros dos.