12 - Los Salvajes
La odisea de amarnos de miles de diferentes maneras posibles, en una agonía de baba, gritos y suciedad del sótano de tu casa, nos llenaba de sabiduría animal, nos dejaba la certeza de que no pertenecíamos a esta civilización de cemento, servilletas y semáforos en rojo. Quizá en la selva, rodeados de humedad y serpientes, nuestra locura y salvajismo encajaría mejor. Aquí, en esta urbe, éramos un intruso, un vagabundo meándoles el ponche a los aristócratas. Aunque, a pesar de todo, siempre encontrábamos una bocanada de aire: unos vasos sucios en un bar de viejos sudorosos, una casa abandonada en donde alimentar a las ratas, o un jardín al amanecer, con nuestra ardiente desnudez homogénea mojándose de rocío y del perfume de las flores en primavera.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Regresar a la página anterior