En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

05 enero 2006

09 - La Presentación



- Yo te conozco. Te vi en una esquina del Triángulo De Las Bermudas. Reías mientras el mar devoraba los aviones.

Imaginé la situación, y experimenté un feroz placer.

- Mirá vos… - contesté sonriendo - ¿y porqué no me saludaste?

- Creí que me ahogarías en el mar.

- Vaya – dije, mirándolo fijamente – veo que me conocés bastante.

Stevie bajó la vista, atemorizado. Sonreí mas aún, relajándome en mi silla, observando a los demás. Junto a Stevie estaba Samantha, que al igual que él, es esquizofrénica. Llevaba puesta una remera brillante violeta, un pantalón vinílico plateado, y botas doradas. Ella creía que su ropa sería en el futuro el uniforme de las mujeres astronautas en Marte, aunque su verdadero interés no es la moda, sino los cuchillos. Deliciosa. En un rincón, casi dormidos, estaban los gemelos con trastorno bipolar. En la última reunión habían golpeado al doctor Schwartz (me hubiera gustado participar, pero estaba presente sólo en un 20 por ciento), por eso ahora estaban sedados. Por último, a mi lado, estaba Judy, de quien ninguno sabíamos cuál era su problema (esta es su segunda sesión con el grupo), pero se rumoreaba que había hecho algo terrible (mucho peor que lo de Stevie y los bebés). Judy no parecía una acomplejada criatura como los demás, y mi sucia mente trataba de imaginar qué pudo haber hecho esta hermosa y dulce mariposa, mientras observaba su pelo rubio, su fina piel. Sus preciosos ojos azules leían un libro, hasta que se posaron en mí.

- Hola, Miles – me dijo, sonriendo.

Yo me atraganté al escuchar el nombre de ese imbécil, pero no le hice la aclaración.

- Hola Judy ¿cómo estas?

- Bien ¿y vos?

- Bien.

- Me alegro.

- Gracias.

Después volvió a su lectura. Mi mano se movió sola, apoyándose en mi pecho. Mi corazón latía rápidamente. Sonreí maliciosamente.

- Ahora te toca a vos ser el 20 por ciento, idiota – pensé – pero espero que cuando vuelvas a ser el 80, dejés de ser un estúpido con vergüenza, y le hablés a Judy. Ya que tanto querés que me vaya… ¿Por qué en vez de la pastilla como motor primordial de tu vida, no probás con el amor? Quizá así yo te deje en paz, y vos a mí. No olvidés que nací de tu odio.

Miré hacia la puerta. Los oficiales que me custodiaban me miraban fijo. Les saqué la lengua, justo cuando entraba el doctor Schwartz, acompañado de una enfermera, una tímida morocha que sonrió discretamente al ver que yo la miraba con lujuria. Schwartz se sentó y se puso a observarnos con sus ojos moretoneados. Es parecido al Gigoló Joe, aquel robot apasionado de Inteligencia Artificial, salvo que Joe me agrada. Cuando me miró hizo una mueca de sorpresa, como dándose cuenta de la diferencia. Me extendió la mano.

- Buenas tardes, soy el doctor Schwartz, y usted debe ser…

- El Señor Tyler Durden, encantado – dije, apretándole la mano hasta hacerle doler.