En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

21 diciembre 2005

06 - J.C.V.D.



La campana anunció el final del octavo round, y fuimos a nuestros respectivos rincones. Podía sentirlo. Todos en el lugar estaban mirándome. No podían entender como aún me mantenía en pie. Nadie soportaba más de dos rounds contra El Huracán Jackson. Es una máquina. El daño que provoca cada golpe suyo es igual al de un mazazo. Pero conmigo era distinto. Yo no iba a caer. No estaba peleando con mi cuerpo, sino con mi alma. Cada vez que recordaba el día en que fui a la morgue a reconocer el cadáver de la novia de Vinnie, mientras él agonizaba en el hospital, mi furia aumentaba al grado de no sentir dolor. Vinnie murió días después, y con él murió parte de mí también. Era más que un amigo. Era un hermano del alma. Cuando por fin pude correr el velo del dolor que cubría mi corazón, juré venganza. Averigüé, y supe que Jackson lo había hecho, y que no era la primera vez que hacia algo así. El desgraciado se sentía Dios. Era el mejor boxeador de peleas ilegales, y lo protegía Frank Spencer, el gran pez gordo de la mafia de las apuestas. Pero no me importó. Iba a matar a Jackson, y lo iba a hacer en su territorio, en su ley. Comencé a entrenar bajo la tutela del viejo Ernest, el coach de Vinnie. Me tomé mi tiempo para prepararme bien, para hacerme fuerte. Y después de dar y recibir palizas, de ganar y perder, aquí estoy, enfrente de esta basura.

-Pedíle a Santa Claus una dentadura nueva, idiota, porque voy a arrancártela de un golpe en el primero. Voy a ser tu pesadilla antes de navidad – me había dicho Jackson, días antes de la pelea.

Frank Spencer también se había burlado de mi:

-Retirate, Jones. Mi muchacho te va a matar, como al imbécil de tu amigo. Sos un marica, igual que el. No tenés sangre en las venas, sólo jugo de escarabajo.

Ahora Spencer sudaba bajo el ring, nervioso. Había apostado mucho dinero. La campana sonó y comenzamos el noveno round. El ojo del Huracán Jackson, el derecho, estaba hinchado. Tenía una cortadura profunda en la ceja, y se lo notaba muy cansado. No lo dudé, y lo ataqué con todo lo que tenía. Le dí una tremenda paliza, hasta noquearlo con un cross de izquierda en el mentón. Se lo llevaron en camilla, inconsciente. El árbitro levantó mi mano, y yo señalé a Spencer, que estaba petrificado en su asiento. Luego fui rápidamente a la casa de mi primo Dereck, tomé mis cosas y me largué de la ciudad. Vicky me esperaba en California. Sólo hice una llamada, en una parada del viaje, a Denisse, la camarera del Subway. Quería saber de Jackson. Me dijo que había muerto horas después de la pelea. Estaba hecho. Ahora Vinnie y yo podíamos descansar en paz