En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

10 febrero 2006

26 - Retrospectiva

- Te amo – dijo Laura, ya sin poder llorar – Para siempre.

Después se fueron todos caminando lentamente, menos Laura, que se quedó unos, minutos.

Se quedaron los dos en silencio, con la mirada perdida.

Laura y mamá se abrazaron con fuerza, llenas de dolor, con los ojos enrojecidos.

Después mamá se acercó a papá, y lo abrazó.

Laura esperó a que mamá dejara un jazmín, y después se acercó y puso una rosa roja (mi flor favorita) sobre el montículo de tierra. Laura y mamá se miraron.

Uno a uno mis familiares y amigos fueron dejando las flores. Papá, mamá y Laura esperaron que todos lo hicieran, y el primero de los tres en poner la flor fue papá.

Cuando la tierra comenzó a taparlo, todos rompieron a llorar, excepto papá.

El cura terminó de hablar, y los hombres agarraron las palas.

Lo bajaron lentamente. El cura abrió la Biblia y leyó unos pasajes. Todos permanecieron en absoluto silencio.

Mamá y laura iban detrás de ellos, seguidas por el resto de la gente. Si bien todos caminaban despacio, no tardaron mucho en llegar al lugar.

Por delante lo llevaban mi abuelo y papá, los dos con la mirada adelante en el camino. Juan y Gabriel lo llevaban por el medio, y Carlos y Daniel por detrás.

Llegaron al mediodía. Era pleno Enero y hacia un calor infernal (nada casual, supongo), pero igual todos estaban vestidos de riguroso negro. Papá y mi abuelo lo bajaron junto con Juan y Gabriel (mis hermanos mayores), y Carlos y Daniel (mis mejores amigos).

La corta fila de autos avanzaba por la ruta. Mamá vio en una esquina a un anciano persignarse, y desvió la mirada.

Los vecinos, asomados a la ventana, parados en la puerta, o hablando entre ellos (pobrecito, tan joven, no era para este mundo, bla bla bla), vieron a los autos salir.

Cerraron el cajón, y entre mis tíos, amigos y papá lo llevaron hasta el coche de la funeraria, en donde después papá se subió junto a mamá y Laura.

El velatorio se hizo en casa. Una reunión muy íntima. Solo mis amigos, y los familiares más queridos (o más falsos). No duró mucho tampoco, lo suficiente para despedirse, si se puede decir así. Supongo que a ellos les sirve de algo, una especie de última retención.

Tantas cosas inútiles… Aviso de la policía, hospital, morgue, reconocimiento, dolor, llanto, llamadas y más llamadas, el “no, no puede ser” “porque, Dios, porque”, etc, etc.

La ambulancia llegó tarde, como siempre, y los camilleros subieron lo que alguna vez fui yo.

Casi ni hubo dolor. Oscuridad, sólo oscuridad.

La frenada del auto detuvo el tiempo un segundo. Las expresiones de los testigos, la del conductor, la mía.

Iba a una velocidad altísima, y me sentía muy bien, feliz, respirando la libertad a grandes bocanadas. Libertad que perdería esta noche con el compromiso. Aceleré más, por la bronca. Entonces apareció.

- La vida es una sola – pensé, sonriendo.

Nunca me había pasado nada, era un excelente conductor, no tenía porqué preocuparme, así que aceleré a fondo.

Pensé en volver a buscarlo, pero la ruta estaba vacía. Una verdadera tentación, no podía resistirme.

A las diez cuadras medí cuenta que me había olvidado el casco en lo de Pamela.

- Sos insaciable, nene, eh – me dijo Pamela.- No lo dudes, bebé – le respondí, arrancando la moto y yéndome.

Nos dimos un largo beso en la puerta. Le puse las manos sobre su cola perfecta. Pamela me mordió despacio el labio inferior.

Casi lo detengo entre el 3ro y el 2do piso para hacerle clamor ahí. Maldito compromiso. Salimos a la calle. Me subí a la moto.

Me vestí desganado y molesto. Ella también. Después salimos y nos subimos al ascensor.

- ¿No podes faltar? – preguntó Pamela, socarronamente.

- Si, claro ¿y quien me salva de la que se me arma después? Hace dos meses que Laura la está preparando. Hay que hacer acto de presencia, che.

- Uy, si… asi… asi, bebe… asi… - dije, extasiado. La alarma de mi reloj pulsera sonó. Lo miré. Eran las 19:00 – Puta madre, tengo mi fiesta de compromiso con Laura, me olvidé por completo. Me tengo que ir ya.

- ¿En serio? – preguntó Pamela, con la mirada llena de lujuria.- Por supuesto, bebé – contesté, mientras le agarraba la mano y se la ponía sobre mi miembro – Pero igual, me gustaría que vos y tu hermosa boquita me lo confirmen.Pamela sonrió, y bajó hasta mi entrepierna.

- ¿No es buena chica Laura? – preguntó Pamela.- Si – le contesté, acariciándole su hermoso cuerpo desnudo – Demasiado. Se la pasa todo el día abrazándome y diciéndome que me ama. Y encima es más frígida que una estatua, aburrida más no poder. Pero bueno, el viejo de ella tiene mucha plata… me conviene. Además, para verdadera mujer, para amante perfecta, te tengo a vos, preciosa.