En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

15 junio 2006

46 - El Prestidigitador



El fín de la infancia de todo hombre comienza cuando se da cuenta de los tesoros que ocultan las mujeres bajo sus ropas.

El pequeño príncipe se convierte en el gran rey, en el Aquiles esperando en el vientre del caballo de troya junto a un ejército de mentiras para conquistar esos tesoros.

Pero Aquiles tenía un talon que…

El deseo puede mas que todo, y el hombre que fue jueves sólo porque una mujer se lo pidió, ahora le da otra vuelta de tuerca a los mecanismos de su comportamiento, y se convierte en lunes, sólo porque otra mujer se lo pide.

Pero esa otra mujer termina abandonándo a este hombre, porque ellunes es el día mas aburrido de la semana.

Y este pobre tipo, que al principio le contaba a todos con una gran sonrisa su relato de cómo conquisto este tesoro de curvas peligrosas, ahora termina en un húmedo y roñoso bar de mala muerte, borracho y perdido, contando el relato de un naufrago en las aguas de la soledad, del rechazo femenino, a otros desdichados como él.

Pero hay otros que conocen a la perfección los secretos del lenguaje, y saben caminar en puntas de pie por las noches, cuando el silencio de los corderos no puede ser delator, y toman por descuido a estas ninfas del bosque, que no ofrecen resistencia a este predistigitador que les saca todos los tesoros entre susurros penetrantes y sigilosas caricias.

Más tarde, llenas de resentimiento, ellas dirán: “Son todos iguales”.

Ojalá todos los hombres fueramos iguales a ese habíl mago.

Yo aún estoy analizádolas a través de mis vidrios de colores, haciendo un estudio en escarlata, en amarillo, en sepia y en lo que sea, tratando de descubrir algún patrón, algun punto débil que me permita atraparlas.

Pero ellas siempre se van con el predistigitador, y yo me quedo solo, con el mazo de naipes en la mano, con mis trucos imperfectos.

Y no me queda otra que hacer un castillo con las cartas, que siempre se derrumba, con la mas simple brisa, hasta con el aire que produce el aleteo de una mosca.