En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

04 mayo 2006

38 - Dulce Como Poesía, Suave Como Canción




Tenías el signo de los cuatro vientos enredado entre tu pelo, y cada uno de ellos llevaba en sí el aroma de las flores del mundo que ibas descubriendo.

Como un regalo de la tierra en donde naciste, dejaste entre mis sábanas la fragancia del jazmín negro, y me dijiste que nada podría sacar de ellas esa fragancia, ningún jabón ni lavandina (sólo un mal gesto de mi rostro podría sacarlo).

Fuiste una mujer misteriosa que apareció un día en mi casa, con dos valijas (una vacía y una llena), preguntando por el mecánico del pueblo, porque el auto se te había averiado, y si llegabas tarde los de la expedición se irían sin vos. Eran personas que creían que el tiempo les pertenecía, por lo tanto, no les gustaba esperar.

Te conté que en el pueblo no teníamos mecánico, ya qua nadie tenía auto, porque a todos nos gustaba caminar por las calles.

La idea te hizo gracia y te gustó, y me hiciste compañía para tomar el té de las 15:00.

Y sin darte cuenta te quedaste dormida mirando por la ventana, y yo me quedé dormido viéndote dormir.

Y los días pasaron y nos fuimos conociendo lentamente (porque el tiempo no nos pertenece), y yo te fui guiando por el pueblo buscando las mejores flores para que guardes su aroma entre tu pelo.

Después, una noche nos sorprendió quedándonos dormidos mientras nos mirábamos.

Y sólo cuando dormía con tu piel junto a la mía, dejaba de tener esa pesadilla en gris, en donde yo era amarillo, y me sentía mal por desentonar con el entorno.

Pero un día te fuiste, sin avisar, porque pensabas que las despedidas eran una muerte que nunca terminaba de matar, y uno se quedaba así, boqueando, sintiendo en las manos cómo desaparecía el calor del otro, sin terminar de desaparecer (velo triste que oculta y que muestra).

Y al despertar al día siguiente, me encontré tatuado en la mejilla el círculo rojo de tus labios de alas de golondrina.

Y no quise llorar, porque las lágrimas podrían borrar el último saludo, el contacto final de tu piel con mi piel.

No tengo idea adonde te habrás ido. Tampoco tengo idea de cómo eras realmente, porque cuando te veo en mi recuerdo, hay algo en tu rostro que siempre cambia (ayer fue un lunar, hoy una arruga en tu frente).

Sólo sé que fuiste una mujer misteriosa que apareció un día en mi casa, con dos valijas (una vacía y una llena).

Y creo que en la vacía, al irte, te llevaste mi corazón.