En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

26 enero 2006

19 - El Arlequín

Vi una puerta que daba a una especie de patio, y salí por ella. Había varios árboles, todos secos. El pasto estaba tambien seco y amarillento. El lugar me era muy familiar.

- Los pinzones no vuelan más por aquí, sienten miedo - dijo una voz detrás mio.

Me di vuelta rápidamente, sorprendido, y vi una persona vestida con un traje que parecía un pijama amarillo, con rombos negros. Llevaba una máscara también negra (a excepción de la boca dorada).

- ¿Quién eres? - pregunté, tratando de mantener distancia.

- Se fueron cuando el viento del horror comenzó a soplar cada vez más fuerte.

- Me dijo, acercándose a mí - Soy El Arlequín-.

- ¿Qué hago aquí, qué es este lugar?

- El cazador acecha a su presa, y esta se cuida de él, es algo natural. Pero el problema es cuando eres los dos al mismo tiempo.

- Te hice una pregunta - dije, molesto.

- Y yo te di una respuesta. Hay luz, hay esperanza en la vida. No veas sólo el lado malo de las cosas, la oscuridad del simple ser, Martin.

- ¿Cómo sabes mi nombre? - dije, nervioso – Mira, no sé cómo llegue aquí, pero quiero irme.

- Martin, escucha…

- Quiero irme ya - dije seriamente.

El Arlequín lanzó un suspiro de cansancio.

- Está bien. Te diré sólo esto: aflójate la corbata de vez en cuando ¿si?

Después de decir esto, los rombos de su traje comenzaron a moverse, a resbalar hacia el piso, donde formaron un charco como de petróleo. El charco se movió hacia una pared del patio, y trepó por ella, formando un círculo.

- Por ahí podrás irte – dijo una voz aniñada, muy familiar.

Miré rápidamente hacia El Arlequín, y noté que se había empequeñecido, y que su traje era distinto, era blanco con girasoles. La máscara le quedaba grande.
Nervioso, me acerqué y extendí mi mano hacia él, quitándole la máscara. Cuando vi su rostro, dejé caer la máscara. Era yo mismo, de niño. Tenía un tren de juguete en sus manos. Me lo alcanzó.

- ¿Lo recuerdas? - preguntó.

- Por supuesto - dije, sonriendo. El Viajero De La Eternidad. Cuánto tardo papá en regalármelo... Pero cuando al fin me lo dio, fui enormemente feliz.

- Por eso debes tener paciencia y esperar. Cuando llegue lo que deseas, serás muy feliz. Pero mientras tanto, no sufras. No olvides quién eres.

Se me llenaron los ojos de lágrimas.

- Ven, abrázame - le dije.

Nos abrazamos fuerte, y le prometí no volver a olvidarme de él. Después caminé por el túnel. Volteé una vez y vi que el patio había cambiado. Los manzanos estaban florecidos, los pinzones cantaban en ellos, el pasto era verde brillante, y mi yo niño jugaba con el tren, riendo feliz. Yo también me sentí feliz, y llegue a la salida final del túnel, en donde me envolvió una luz blanca intensa, pura y acogedora.

24 enero 2006

18 - Ocaso Irremediable


Y la lluvia infinita cae, cae cada vez más fuerte. Es una lluvia que no se ve, pero que se siente, y que causa dolorosos estragos.

El asesino siente cómo sus fuerzas se debilitan cada vez más rápido, y sufre al comprobar que ya le resulta casi imposible sostener un vaso.

Pero lo que más lo hace sufrir es la necesidad, el deseo de ver con los ojos desorbitados por la gula de la demencia las gotas carmesí estallando en un lago espejado, en una calle solitaria.

Ya no habrá más destrucción de almas puras, llenas de vida, de cenicientas memorias. Ya no. Ahora le toca ver su propia aniquilación, su propio fin, sin poder hacer nada para detenerlo.

Y la lluvia sigue cayendo, más y mas fuerte, oxidando el jardín de navajas del asesino, que no es otra cosa que sus propias manos.

Lo invade una enorme pena gris, y le es inevitable soltar un suspiro de tristeza.

- Estoy envejeciendo. Envejeciendo y muriendo. Me estafaron. Me dijeron que nunca envejecería. Malditos.

Algo de razón tenía, no era sólo un androide paranoico por su presente. Si bien extendió su vida 500 años, uno de los componentes de su organismo bío-robótico se estaba deteriorando, y no se podía solucionar.

- Lo lamentamos mucho. Usted es un modelo muy viejo, nada podemos hacer – le dijeron en la compañía robótica.

Y ahora estaba así, triste, solitario, final, viendo por la ventana a las que tiempo atrás fueron sus víctimas, y ahora eran fantasmas inalcanzables.

Y sufría.

Pero no porque estaba muriendo, sino porque ya no podía matar.

El escorpión será siempre escorpión.

23 enero 2006

17 - You're Beautiful

Y vos, maldito desgraciado, con ese falsete asqueroso Made In Adam Levine (Encima eso, sos copia de otro pelotudo, me haces acordar a Trainspotting cuando dicen: “Nosotros, escoceses de mierda, descendemos de la mierda de los ingleses, así que somos dos veces mierda”) me invadís en mi vida cotidiana sin contemplación alguna, sin un grado de humanidad, ya sea cuando prendo el televisor y aparecés haciéndote el carilindo sacándote la remera (Porqué no abrá venido un Tsunami el dia que filmaron el video, así te ibas al fondo del mar a romperle las pelotas a Neptuno), o cuando tengo la pésima mala suerte de caer en las radios hiteras haciendo zapping, y escucho: “Hola, mi nombre es Bebu, y le quiero dedicar “You’re Beautiful”, de James Blunt, a mi novio Gabriel. ¡Gabyto, te amo, sos mi sol, hoy cumplimos 4 días y 3 horas! Ah! Y aguante la radio, que esta re-re-buena. Chauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu”. Y ese chau es como tirar la cadena, y yo me tengo que bancar otra vez el asfixiante descenso por el inodoro hasta encontrarme en las cloacas de esta puta urbe Operacióntriunfistica con un sorete inmundo como vos. “You’re Beatiful, You’re Beautiful, It’s True”. Si, It’s True que uno de estos días me tomo un avión a Inglaterra, te ato a una silla, y te canto durante una semana un idea muy original que tuve: “Bossa ‘n Queen”, y ahí te quiero ver, pidiendo stop, please, stop, cuando escuches mi versión dub de “It’s A Kind Of Magic” después de fumarme una pizza de verdura y salsa blanca. No, nene, vos no sabes la que te espera, no vas a poder cantar ni el arroz con leche del trauma que te voy a dejar. ¿O que te pensabas, que este tick en el ojo izquierdo te lo ibas a llevar de arriba, eh?“You’re Beautiful, You’re Beautiful”. Vas a ver lo beautiful que soy cuando te agarre, pedazo de cornudo.

18 enero 2006

16 - De Cuando Mis Días Eran Un Deja-Vú




… yo planeaba estudiar filosofía, y él me alentaba en fabulosas charlas hasta la madrugada.
Me levanto de la mesa, y le digo buenas noches, te quiero mucho papá, sin decírselo, simplemente acariciándole el pelo y mirándolo a los ojos. El me toma la mano con cariño, y también sin decirme nada me dice hasta mañana hijo, que duermas bien.
Hasta las palabras, el sonido de nuestras voces duele ya.
Nuestra vida de antes y la de ahora son tan disímiles...
Antes no existía el no, lo imposible, lo indefinible. Todo sueño era posible de alcanzar, una meta a llegar.
Ahora los sueños son mi sustancia adictiva, mi bastón, el río en donde nado con todas las fuerzas de las que soy capaz, yendo bien lejos de las realidad, buscando el lugar en donde quedaron mi sonrisa y las de mi familia, nuestras vidas llenas de luz.
Y así me duermo, agarrando fuerte La Caja De Pandora, acariciándola con cariño, susurrándole mis deseos a su único y hermoso contenido, antes tácitamente presente en mi vida, y ahora a flor de piel, invocándolo a los gritos en cada respiro de cansancio, en cada jornada de trabajo, en cada dolor por las astillas en mi corazón.

///

- Otra vez sopa – pensé, mirando el triste plato humeante. Pero decidí tragármelo rápidamente junto con la protesta. Sin duda no era el único en la familia sintiéndome mal por eso, para qué pegar en la herida.
En la mesa, el silencio era tan grande y espeso que se podía agarrarlo, abrirlo al medio, y buscar en él las causas de su creación, pero era demasiado triste volver a ver los destinos enredados que nos llevaron a la pobreza.
Habíamos hablado y sufrido demasiado por ello, y ya no se podía regresar atrás, ni siquiera a buscar los buenos recuerdos, porque el camino estaba lleno de vidrios, de astillas del tiempo.
“¿Crees que estas astillas de nuestras manos se irán arrastrando por dentro del cuerpo hasta clavarse en nuestros corazones?” escribió Bukowski una vez, y pienso que la respuesta es sí.
Miro mis manos, lastimadas al igual que las de papá por las doce horas de trabajo en la obra, y el dolor en la cintura se hace más fuerte.
Miro su rostro, cansado, triste, y siento las astillas en mi corazón.
Mamá nos da un beso en la frente a él y a mí, y acompaña a Clara y Martín, mis hermanitos, a sus cuartos, a contarles cuentos de hadas y príncipes, y ellos dormirán con una sonrisa, algo que yo hace rato no siento en mi rostro.
Vuelvo a mirar a papá, que tiene la mirada perdida, y sé que esta noche tampoco hablaremos de Sócrates, de Platón y de Nietzsche, como hace un año atrás, cuando yo planeaba estudiar filosofía…


15 enero 2006

15 - La Inspiración


- Estoy en la ruina – me dije a mi mismo, mientras me miraba en el espejo - tenía los ojos enrojecidos por el insomnio, el pelo revuelto y la barba de dos semanas.– Completamente quebrado.

Miraba profundamente mi reflejo, en especial mis ojos, tratando de ver si aun había una luz, aunque sea una chispita del talento que me había dado fama. Pero no, todo se había ido: el talento, Mary Jane, el dinero, el sueño, la comida…

- La comida – pensé, y mi estomago se quejó amargamente – Tengo que hacer algo, no puedo seguir así.

Salí del baño, me puse un sobretodo, y me fui a caminar por las calles de New York. La lluvia caía desde hacia varios días, y la molestia típica en los rostros de los neoyorkinos se veía más acrecentada que de costumbre. Me dirigí al barrio italiano, y entré en el restaurante de Giancarlo, que al verme hizo una enorme sonrisa de alegría, y vino a mi encuentro.

- ¡Eh, bambino! – dijo, abrazándome - ¿cómo estas? Hace tiempo que no te veíamos por aquí – después se detuvo unos segundos, y observo mi aspecto con preocupación – Pero, bambino, parece que te hubiera pasado un tren por encima… ¿cosa sucesso?

- Estoy en la ruina, Carlo. La inspiración se fue, al igual que Mary Jane.

Giancarlo abrió grande los ojos.

- ¡Oh, no, cuanto lo siento, bambino! – Dijo con tristeza, pero al instante sonrió – ¡No importa, ven, ven, te serviré un buen plato de spaghetti con salsa y albóndigas, y el vino que a ti tanto te gusta, y te sentirás mejor con el estomago lleno!

Miré al piso, sintiendo una enorme vergüenza de mí mismo.

- No tengo con qué pagarte, Carlo.

- ¡Ma que cosa! ¡La casa invita, bambino! Tú ya me has pagado de sobra con la magia de tus poesías.

El sincero cariño de Giancarlo me robó una sonrisa. Me sentía feliz que un amigo esté conmigo en las malas.

- Gracias, Carlo. Muchas gracias.

- ¡De nada, de nada, bambino! Ven, siéntate junto a la ventana, que es donde siempre te inspiras – me dijo acompañándome a la mesa, y dándome golpecitos en la espalda. Después se dirigió hacia la cocina.- ¡Luca! ¡Una buena pasta y el mejor vino para mi amigo el escritor! – gritó.

Miré hacia el exterior. El barrio estaba en pleno movimiento. Chicos con el pelo peinado hacia atrás, musculosas blancas y pantalones con tiradores corrían por las calles. Las personas pasaban por la vereda del restaurante, y varios de ellos me saludaban alegremente con la mano. Era bastante famoso ahí, cortesía de Giancarlo, que minutos después vino con un suculento plato de spaghetti, y el estómago se me retorció de deseo.

- ¡Que lo disfrutes, bambino! – me dijo Giancarlo.

Le sonreí, y comencé a comer, tratando de hacerlo despacio, aunque me costaba, el hambre de varios días era muy grande. Pero con los primeros bocados el alma se me llenó de sosiego y felicidad, mucho más aún cuando probé el vino.

- Ahhh… - suspiré – El Cáliz Sagrado.

Terminé mi plato, y le di unos golpecitos de satisfacción a mi panza. Giancarlo me miró y me guiñó un ojo. Yo lo sonreí con gratitud, y miré nuevamente hacia la calle. Rápidamente, por la vereda, pasó una chica joven, rubia y muy hermosa. Sentí un impulso y me levanté de la silla. Decidí seguirla.

- ¡Hasta luego, Carlo, gracias por todo! – le dije a Giancarlo, saliendo por la puerta.

- ¡Arrivederci, bambino! – me contestó, riendo alegremente.

Iba detrás de la chica, fascinado con su andar tan sensual y despreocupado, pero traté de mantener distancia, para no asustarla con mi aspecto de mendigo por si llegaba a verme. Se detuvo en una esquina, esperando por cruzar la calle, y una bocanada de viento le movió suavemente el cabello. El mismo viento llegó hasta mí también, trayendo consigo el perfume que ella usaba. Cerré los ojos, maravillado.

- Es la misma fragancia que usa Mary Jane – me dije a mí mismo.

La chica cruzó la calle, pero yo me quedé quieto. Ya no pensaba en ella, sino en Mary Jane, en sus ojos, su piel, la forma de su cuerpo en la oscuridad… Me invadió un nerviosismo intenso, un cosquilleo en las manos. El corazón me golpeaba fuerte en el pecho, y una certeza apareció en mi mente:

- Necesito una lapicera – me dije - ¡Necesito papel y una lapicera!

Corrí desesperadamente por las calles, rumbo a casa, tropezando con todo la gente, resbalando en los charcos, esquivando los autos. Llegué a casa, y las manos me temblaban al agarrar las llaves para abrir la puerta. Entré, corrí hacia mi escritorio, me senté y dí un gran respiro cerrando los ojos. Agarré la lapicera, y deje que el rió fluyera:

Tus manos y las mías…

Las hojas y las horas pasaban unas tras otras. Mi mano no tomaba ni un segundo de descanso, como poseída.

Tu reflejo en mi alma…

Llegó la noche y mi fiebre continuaba. Tuve que detenerme un momento para prender una vela, porque hacia dos semanas me habían cortado la luz.

Tus suspiros espirales…

La luz del alba me sorprendió dando los últimos retoques a mi obra. La releí con ansia, y no podía evitar sentirme orgulloso de mí mismo y de mi inspiración recuperada. Me afeité, me bañe (con agua fría, porque también me habían cortado el gas), me puse la poca ropa limpia que tenía, y me dirigí a la casa de Michael, mi representante. Michael me abrió la puerta, con cara de recién levantado, y con una taza de humeante café en la mano. Cuando me vio abrió grande los ojos, dejó caer la taza al piso, y me abrazó.

- Por Dios – me dijo, como en una plegaria – dime que tienes algo, por favor.

Le dí un golpecito a mi bolso con la mano. Michael lo miró, y me hizo entrar a los empujones a su casa, y me sacó el bolso a los tirones. Se sentó en el sofá, y me miró esperanzado.

- Espero que sea bueno – me dijo – No te das una idea de la presión que tengo de la editorial.

- Pues ahí lo tienes – le dije, sonriendo.

El se puso a leerlo. Yo miraba sus expresiones de deleite, de sorpresa, sus sonrisas al avanzar por las hojas.

- Eres un genio – murmuraba – Dios, un verdadero genio.

Yo sonreí, y caminé por el living de la casa. Me detuve frente a un espejo y me miré: me veía tan distinto, con la barba afeitada, el pelo peinado, los ojos con una expresión tranquila… Parecía mentira que hace solamente un día atrás mi aspecto y mi alma eran los de un desgraciado. Pensé en Giancarlo y en su bondad, en la chica y en su perfume, en Mary Jane… Mary Jane, mí Mary Jane. Tengo que llamarte y pedirte disculpas por lo estúpido que fui. Te vas a sentir tan feliz cuando sepas que fuiste la musa de mi nueva obra. Es lo que siempre habías deseado. Tus ojos, tu belleza plasmada en las hojas… Ojos, belleza… Volví a sentir el estremecimiento del día anterior. En mi mente comenzaron a llover las palabras:

Y el rocío sobre tu piel nenúfar…

Michael decía algo a los gritos por teléfono, algo de que la tapa tenía que tener una foto de Antón Corbjin, que la tipografía… pero yo estaba en otro lado, empapado, chapoteando en charcos de poesía.

Y el ocaso vestía tu desnudez…

- Michael ¡Michael!

- Si ¿Qué pasa?

- Necesito una lapicera ¡Necesito papel y una lapicera!



10 enero 2006

14 - Fuera De Foco


Perdoname por traerte a este cine barato, sucio y maloliente. Es que la ausencia de plata no me deja otra alternativa. Aunque, te soy sincero, prefiero mil veces ver películas acá que en los megashoppings, con 18 salas con súper aire acondicionado y Sonido Sorondo Estereo 3.4, o no sé que corno. Este lugar tiene un romanticismo bohemio que me encanta, ojalá que vos también lo puedas sentir. Te explico todo esto porque vos sos una dama, y siento culpa de traerte acá, pero si viniera solo, como todas las semanas, ni me daría cuenta que estoy en un verdadero antro. Me dejaría llevar libre y alegremente por las ilusiones capturadas en la pantalla, a pesar de que los innumerables fuera de foco dejan muchas veces importantes hechos o figuras sin definir bien. Espero que eso no pase hoy. Casi siempre tengo que mirar varias veces la misma película, para ver bien las imágenes que me perdí la vez anterior (por suerte nunca me pasó ver un fuera de foco dos veces en el mismo lugar). No te das una idea de cómo insulté la primera vez… Estaba viendo “El Jardín De Los Venenos”, de Sofía Coppola, y justo cuando Jude Law huele la rosa y cae al piso, sintiendo los primeros temblores de la muerte, aparece el fuera de foco, y tuve que venir al otro día, con una lluvia de mil demonios, para ver perfectamente a Kirsten Dunst decirse a si misma “Celebra, Reina, mójate los labios del mejor vino del palacio, jajajajaja”, mientras su precioso rostro estallaba en una risa de placer al ver consumada su poética, deliciosa traición. Pero valió la pena, porque había estado toda la noche anterior sin dormir pensando en cómo se vería Kirsten, cuales serían los planos con que la mostraría Sofía diciendo esa línea de diálogo, así que te imaginarás la excitación, la adrenalina al ver que, como siempre, Sofía no me había decepcionado con su magnífica creatividad. Te digo que a veces es divertido, más cuando te pasa en los finales, porque la película se te convierte en una verdad entreabierta en la cual entras por completo al día siguiente, y por suerte, siempre me encuentro con un hermoso tesoro cuando entro a ese pequeño misterio. ¿Estás segura? ¿Te parece? Mirá que hoy dan “La Ultima Inocencia De Alicia”, dirigida por Spike Jonze y escrita por Charlie Kauffman. Leí el argumento y me atrapó (Encima hecha por semejantes genios). Se trata de una chica que es un personaje de un cuento, y que cobra vida propia y decide vengarse de los castigos que le destinó su creador, un escritor que es una especie de androide… ¿Seguro? Bueno… Está bien… Si querés ver “Los 4 Fantásticos” tenemos que ir al Brainwashopping Recoleta, es el que nos queda más cerca.

13 - Sin Salida


Correr. Correr agitados a través del bosque de pinos, esquivando las balas, que varios de sus compañeros sufrieron germinar en sus cuerpos, dando a luz flores de sangre.
Ocultarse. Ocultarse detrás de la escultura marmórea, de una blancura indescriptible, tan reluciente que se les oprimían los corazones negros, las sucias almas, y tenían que cerrar los ojos y volver a correr, incapaces de soportar sus conciencias, y además Los Otros ya estaban cerca y una bala rompía la nariz de la estatua.
Gritar. Gritar por ser cobarde, por dejarla morir ahí, con los ojos como dos océanos de lágrimas; el cuerpo arrastrándose y desangrándose por lo balazos, con una mano extendida hacia él, un miserable, y suplicándole que no la abandone, antes que el tiro de gracia la calle para siempre.
Desesperación. Desesperación por el alambrado que le impedía seguir la huída, por el ruido de las pisadas cada vez más cerca, por su miedo palpitante cuando Los Otros llegan al lugar y lo miran, todos con una sonrisa difusa en sus rostros, antes de apretar los gatillos.
Silencio.

07 enero 2006

11 - Des-Ordenes


Primero fue miradas que chocan. Después sonrisas. Después hola, que tal. Después café. Después pasá, ponéte cómoda. Después sábanas enredadas. Después te quiero. Después te amo.
Segundo fue porqué. Después no quiero. Después escuchame. Después portazos. Después un espejo roto. Después me voy. Después andate.
Tercero fue partida. Después lágrimas. Después noches sin dormir. Después volvé, te extraño, perdoname. Después quizá. Después esperanza. Después lo pensé mejor, no deberíamos. Después hasta siempre. Después resignación.
Cuarto fue manos frías temblando. Fue imágenes distantes en un recuerdo de una mente que se le escapa a la cordura día a día, como un hilo de agua por el lavamanos.
Quinto cada vez mas es lejanía de lo real, es sol de medianoche, luna de mediodía, mate con sal, hablar con las manchas de humedad, y caminar, caminar sin saber que se camina.
Sexto es hasta desaparecer.

12 - Los Salvajes


La odisea de amarnos de miles de diferentes maneras posibles, en una agonía de baba, gritos y suciedad del sótano de tu casa, nos llenaba de sabiduría animal, nos dejaba la certeza de que no pertenecíamos a esta civilización de cemento, servilletas y semáforos en rojo. Quizá en la selva, rodeados de humedad y serpientes, nuestra locura y salvajismo encajaría mejor. Aquí, en esta urbe, éramos un intruso, un vagabundo meándoles el ponche a los aristócratas. Aunque, a pesar de todo, siempre encontrábamos una bocanada de aire: unos vasos sucios en un bar de viejos sudorosos, una casa abandonada en donde alimentar a las ratas, o un jardín al amanecer, con nuestra ardiente desnudez homogénea mojándose de rocío y del perfume de las flores en primavera.

05 enero 2006

10 - Deseos De Volver

Esa esquina fue el lugar en donde probamos nuestros primeros cigarrillos, primeros alcoholes, primeras drogas. Pero todo era parte de una experimentación, de un divertimento. No buscábamos ser chicos reventados. Buscábamos ser chicos libres, chicos artistas. Eran incontables los graffitis que hicimos en la pared del lugar. Escribíamos Nirvana, Nine Inch Nails, Morphine, Massive Attack, Pink Floyd, Stanley Kubrick, David Lynch, Tim Burton, Clint Eastwood, Julio Cortazar, Ray Bradbury, Gabriel García Márquez, Edgar Allan Poe y tantos otros ídolos… Y en el centro de la pared, a modo de logotipo de nuestro grupo, habíamos dibujado el rostro enorme de un gato negro, que después Miguel lo pintó de rojo, y al cual Carlitos le añadió el martillo y la hoz en la frente, en amarillo. Y al igual que los cambios en el gato, la esquina también tenía sus cambios en el nombre, primero se llamó La Esquina Del Pecado, después La Esquina Del Gato Rojo, y por último, La Esquina Del Gato Comunista (alguien sugirió La Esquina Del Gato Chino, pero lo mandamos a pasear). Y así vivíamos nuestras juventud, todas las tardes, tirados ahí, leyendo libros, escuchando música, organizando salidas, etc. Esa esquina era nuestro hogar y nuestro refugio, y sentíamos que tenía un enorme poder oculto que nos protegía de las injusticias del mundo. Sólo por las noches hacíamos una excepción, y salíamos a correr por las calles y meternos en casas abandonadas. Éramos una gran silueta en movimiento caminando por los sombríos tejados, tratando de llegar siempre más alto, más alto, soñando con tocar las estrellas. Pero un día todo eso terminó. Y terminó con un dolor intenso en la cabeza, un dolor que era el despertador, los avisos clasificados, el pronóstico del tiempo, los noticieros, las colas en el banco, el horario de los trenes… Y ya las monedas o cualquier objeto brillante que encontrábamos tirado dejaron de ser un tesoro, un símbolo religioso de buena suerte, para ser sólo un objeto en el piso. Hace poco volví al lugar, pero ahora construyeron un shopping ahí. Sin embargo, no pude evitarlo y un día dibujé un gato negro en donde antes estaba la esquina. Días después pasé y vi que al gato lo habían pintado de rojo, y otros días mas tarde, le vi el martillo y la hoz. Y me sentí feliz y vivo después de muchos, muchos años. Me di cuenta que ninguno había olvidado, que a pesar de tanto tiempo transcurrido, queríamos volver a estar juntos, a sentirnos nuevamente los dueños de nuestras vidas, los dueños de la noche, los chicos artistas que buscan tocar las estrellas.


09 - La Presentación



- Yo te conozco. Te vi en una esquina del Triángulo De Las Bermudas. Reías mientras el mar devoraba los aviones.

Imaginé la situación, y experimenté un feroz placer.

- Mirá vos… - contesté sonriendo - ¿y porqué no me saludaste?

- Creí que me ahogarías en el mar.

- Vaya – dije, mirándolo fijamente – veo que me conocés bastante.

Stevie bajó la vista, atemorizado. Sonreí mas aún, relajándome en mi silla, observando a los demás. Junto a Stevie estaba Samantha, que al igual que él, es esquizofrénica. Llevaba puesta una remera brillante violeta, un pantalón vinílico plateado, y botas doradas. Ella creía que su ropa sería en el futuro el uniforme de las mujeres astronautas en Marte, aunque su verdadero interés no es la moda, sino los cuchillos. Deliciosa. En un rincón, casi dormidos, estaban los gemelos con trastorno bipolar. En la última reunión habían golpeado al doctor Schwartz (me hubiera gustado participar, pero estaba presente sólo en un 20 por ciento), por eso ahora estaban sedados. Por último, a mi lado, estaba Judy, de quien ninguno sabíamos cuál era su problema (esta es su segunda sesión con el grupo), pero se rumoreaba que había hecho algo terrible (mucho peor que lo de Stevie y los bebés). Judy no parecía una acomplejada criatura como los demás, y mi sucia mente trataba de imaginar qué pudo haber hecho esta hermosa y dulce mariposa, mientras observaba su pelo rubio, su fina piel. Sus preciosos ojos azules leían un libro, hasta que se posaron en mí.

- Hola, Miles – me dijo, sonriendo.

Yo me atraganté al escuchar el nombre de ese imbécil, pero no le hice la aclaración.

- Hola Judy ¿cómo estas?

- Bien ¿y vos?

- Bien.

- Me alegro.

- Gracias.

Después volvió a su lectura. Mi mano se movió sola, apoyándose en mi pecho. Mi corazón latía rápidamente. Sonreí maliciosamente.

- Ahora te toca a vos ser el 20 por ciento, idiota – pensé – pero espero que cuando vuelvas a ser el 80, dejés de ser un estúpido con vergüenza, y le hablés a Judy. Ya que tanto querés que me vaya… ¿Por qué en vez de la pastilla como motor primordial de tu vida, no probás con el amor? Quizá así yo te deje en paz, y vos a mí. No olvidés que nací de tu odio.

Miré hacia la puerta. Los oficiales que me custodiaban me miraban fijo. Les saqué la lengua, justo cuando entraba el doctor Schwartz, acompañado de una enfermera, una tímida morocha que sonrió discretamente al ver que yo la miraba con lujuria. Schwartz se sentó y se puso a observarnos con sus ojos moretoneados. Es parecido al Gigoló Joe, aquel robot apasionado de Inteligencia Artificial, salvo que Joe me agrada. Cuando me miró hizo una mueca de sorpresa, como dándose cuenta de la diferencia. Me extendió la mano.

- Buenas tardes, soy el doctor Schwartz, y usted debe ser…

- El Señor Tyler Durden, encantado – dije, apretándole la mano hasta hacerle doler.

01 enero 2006

08 - Sally

- ¿Porqué hacés esto? – dije, con la voz temblorosa - ¿porqué?
Sally me sonrió desquiciadamente, y apretó mas aún el arma contra su sien.
- No lo sé...es extraño...es cómo...una paradoja.
Sally dejó de sonreírme, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
- Eso es, Johnny. Una curiosa paradoja. Me mato porque amo vivir.
Cerró los ojos con fuerza, y las lágrimas le resbalaron por las mejillas. El disparo resonó fuerte en el departamento. Me quedé quieto, sin poder moverme, viendo las cortinas manchadas de sangre. Cuando al fin pude salir del shock, me dejé caer en el sofá. Todo había sucedido tan rápido... Podía verme claramente parado bajo el umbral de la puerta, cuatro horas antes, con una rosa en la mano, sonriéndole como un niño bobo a Sally. Podía verla tomar la rosa, agarrarme de la corbata y llevarme a su cuarto. Estaba un poco borracha, pero se la veía alegre, como siempre. Hicimos el amor tranquilamente un par de horas, y después de eso comenzó a ponerse rara.
- Sos tan dulce conmigo, Johnny. Gracias.
- Es un placer. No existe nadie tan maravillosa como vos.
- Ojalá los otros pensaran igual. Tuve que escuchar cada pensamiento feroz, satisfacer cada oscuro deseo... Esta cama dejó de ser un lugar para amar, y se transformó en mi tumba prefabricada.
Yo le acaricié el pelo con dulzura, y volví a proponerle lo de siempre.
- Vámonos de acá. Lejos de Frank, lejos de todo.
Nunca voy a olvidar esa sonrisa tan dulce.
- Tal vez tengas razón. Tal vez deberíamos irnos.
- Prometeme que esta vez realmente lo vas a pensar.
- Prometido. Pero ahora tengo que ir al baño.
Ví su perfecta desnudez salir por la puerta. Me sentía feliz. Me dijo que lo pensaría. Mi corazón se lleno de esperanza. No me importaba traicionar a Frank. Le debía mucho, pero él era cruel con ella, y yo la amaba. Pasó un largo rato, y no volvía del baño. Me levanté a ver si le pasaba algo, y la encontré en el living, con el arma en la mano.
- Sally ¿qué estás haciendo? – dije, invadido por el pánico.
- Con el corazón en la mano, Johnny, me alegra mucho que hayas sido mi último hombre – dijo mientras se ponía el arma en la sien.
- Hablemos, por favor.- Nunca voy a poder escapar de esto ¿entendés? Mi conciencia es como un enorme ojo sin párpados que me acecha todo el tiempo, mostrándome lo puta que soy. No lo soporto más.
- No digas eso. Vos sos única, sos una princesa, sos... – no sabia qué decir, el miedo me trababa la lengua.
- No sufras, Johnny. Ya estoy demasiado lejos para escuchar. Nada tiene sentido. Todo suena cómo una melodía invertida.
- Yo puedo darte todo, lo sabés – me sentía perdido - ¿porqué haces esto? – dije, con la voz temblorosa - ¿por qué?
Sally me sonrió desquiciadamente, y apretó mas aún el arma contra su sien.