En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

10 febrero 2006

24 - El Viaje








Tres golpes secos en la puerta, con lentos intervalos entre ellos, sonaron en la puerta de Chaia, que estaba en su escritorio, escribiendo un cuento para el Nuevo Juego Literario. No pensaba atender, porque estaba malhumorada debido a que había llegado a una parte del cuento en donde no podía avanzar, no se le ocurría nada:

…”Y llegué corriendo descalza, al prado repleto de margaritas. Me arrojé al piso velozmente, con el pelo cayéndome sobre la cara, y arranqué con un ansia desesperada las flores, que se rompían en mis manos por la brutalidad. Siempre había soñado con que sería un momento de brisa, un momento mágico para mi, y ahora que había llegado me comportaba así, tan salvaje, tan…”

TAN TAN TAN

Los tres golpes en idéntica rítmica que antes se repitieron en la puerta. Chaia se levantó de la silla y fue rápida y decidida a mandar al diablo a quien quiera que fuera el que golpeara. Abrió bruscamente la puerta, y vio de espaldas a un tipo robusto, con un sobretodo negro.

- ¿Si, que desea? – preguntó Chaia, con fastidio.

El hombre se dio vuelta, y la miró directamente a los ojos. Chaia sintió todo su cuerpo paralizarse. Era una mirada tan penetrante…

- A vos te deseo – contestó el hombre con una sonrisa llena de lasciva picardía.

Chaia sintió miedo. Quería cerrar la puerta y esconderse debajo de la cama, pero no podía moverse. El hombre sonrió más naturalmente, y dijo mientras entraba a la casa:

- Hey, soy Tyler, no te asustes, Chaia.

Chaia abrió bien grandes los ojos. Su mente trabajó a una velocidad enorme, recordando la charla con Miles por teléfono de la semana anterior:

- A mi me gustaría viajar a Israel – había dicho Miles.

- ¿A qué? – le respondió Chaia.

- ¿A que va a ser, Chaia? A conocerte. Ya te dije que me resultas muy interesante.

- ¿Otra vez el chamuyo barato? Sabés que lo detesto. Encima hace muy poco que me conocés, más o menos…

- Cinco años.

- ¿Qué? ¿en serio? A mi me parece que te conocí ayer.

- Y, que le vas a hacer. El tiempo es un paraguas agujereado muchas veces, viste. Pero, decime… ¿a vos te jodería que vaya?

- No, para nada. Lo que pasa es que suena raro. Es raro. Pero bueno, sería interesante conocerte, me caes muy bien y disfruto nuestras charlas.

Después la conversación derivó en hamburguesas, monos araña, y ventiladores. También en cómo Miles tenia crédito ilimitado para hablar por teléfono público gracias a un amigo hacker, y así llamarla gratis todo el tiempo que quisiera. También Chaia bromeó con que si él viajaba para Israel, que ni se le ocurra “traer” a Tyler. Miles le dijo que sólo un gran inconveniente haría salir a ese lunático, que el nuevo tratamiento lo tenía bien controlado.

- Sólo un gran inconveniente – pensó Chaia – Gran inconveniente. In-conveniente.

Volteó nerviosa, y vio a Tyler sentado cómodamente en el sofá, mirándola de vuelta así, tan penetrante. Penetrante. Pene-trante. Pene Entrante.

- Dios ¿Qué carajo me pasa? ¿Por qué pienso esas cosas? – pensó Chaia, llevándose una mano a la boca.

- Tranquila, Chaia – dijo Tyler, encendiendo un cigarrillo – Ya sé lo del “gran inconveniente”. Miles es un exagerado, los sabés.

- El me mandó su foto. No se parecen en nada. No me dijo que el cambio era físico también – dijo Chaia, acercándose lentamente al sillón mas alejado del sofá.

- En cambio es total – explicó Tyler, exhalando el humo – A esos putos científicos no se les escapó nada, estuvieron en todos los detalles.

- Su voz – pensó Chaia – Es tan diferente a la voz nerviosa e insegura de Miles. Es completamente distinta. Es… Cómo explicarlo… Es cómo haber estado todo el día caminando en la calle, en pleno invierno, y llegar a casa con muchísimo frío, y desnudarse enfrente de la chimenea, acariciándose lentamente todo el cuerpo… ¿Desnudarse? ¿Acariciarse? ¿Por qué pensé eso?

- Estás muy nerviosa, Chaia, tranquila, no te voy a hacer nada.

- ¿Nerviosa yo? – dijo Chaia, riendo torpemente – Para nada, cosas tuyas.

- Esta bien, como digas, yo te aclaro por las dudas. No te voy a hacer nada… Al menos nada malo – dijo Tyler, sonriendo.

Chaia quería mandarlo a la mierda por el comentario, pero en cambio pensaba en las diferencias que había entre Miles y Tyler:

En la foto que le había enviado Miles de él mismo, se veía muy alto y delgadísimo, con el pelo rapado, de tez morena y tímidos ojos marrones.

En cambio, Tyler era musculoso, bastante mas bajo en estatura que Miles. Tenía ojos azules, la tez blanca, el pelo rubio y largo hasta los hombros, un tatuaje que le cubría la mitad derecha de su rostro, y un halo de seguridad inmenso.

Inmenso.

Conveniente Pene Entrante Inmenso.

- ¿Porqué no puedo salir corriendo de acá? – pensó Chaia, desesperada - ¿Por qué? Dale cuerpo, movete, levantate y andate, por favor… No, ¡No, vos no! ¡No te muevas, no vengas para acá, no!

Tyler se había levantado del sofá, y se acercó al sillón y se sentó al lado de ella. Chaia no podía ni pestañear. Tyler le susurró al oído:

- Shhh… Tranquila, nena. Dejá todo en mis manos.

- Tus manos – pensó Chaia, cerrando los ojos – Tus manos acariciando mi cuerpo desnudo junto a la chimenea, si. Arrancame el vestido con brutalidad en el prado, si.

- Si – dijo Chaia – En tus manos. Si.

Tyler sonrió, y rápidamente se sacó el sobretodo.

Conveniente Pene Entrante Inmenso.

Diez horas después, Chaia despertó con la sensación de que una manada de toros le había pasado por encima. Miró a su lado, y Tyler no estaba en la cama. Con gran esfuerzo, se levantó y fue hasta la cocina. Sentía una enorme necesidad de tomar jugo de naranja, no sabía bien porqué.
Abrió la heladera y sacó una jarra grande, y la bebió con gran ansia, tanto que le chorreaba jugo por las comisuras de los labios.
Sintió las gotas bajar despacio por su cuello, y pensó en Tyler. Jamás había conocido un hombre así, tan animal, tan instintivo, y que la haga comportarse de la misma forma.
Alzó la jarra de jugo.

- Brindo por ustedes, científicos – dijo, entre hipos.

Cerró la heladera, y vio que en la puerta, sostenido por un imán, estaba el cuento que ella había estado escribiendo. Lo continuaba una letra muy prolija:

…”Siempre había soñado con que sería un momento de brisa, un momento mágico para mí, y ahora que había llegado me comportaba así, tan salvaje, tan brutalmente extasiada, apretando las margaritas contra mi nariz, y aspirando con fuerza, al mismo tiempo que me tiro de espaldas en el prado, mirando hacia el hermoso azul del cielo. Y a pesar de mi falta de delicadeza, me siento tan feliz…”

- Hermoso – dijo Chaia, sonriendo – Ojalá vuelvas, Señor inconveniente.

Alguien golpeó la puerta. Chaia supo inmediatamente que no era Tyler, y sintió un poco de decepción. Igual fue a atender, rascándose la cabeza y bostezando. Abrió la puerta y vio que era el cartero.

- Buenos días – dijo Chaia.

- Buenos días – dijo el cartero, levantando la vista de una planilla, y quedándose con los ojos abiertos y sorprendidos, mirando a Chaia sin poder decir nada.

- ¿Trae algo para mí? –preguntó Chaia, impaciente.

- Ehh… Si… Si – dijo el cartero – aquí tiene… firme… firme aquí, por favor.

Mientras Chaia firmaba, otras personas pasaban por la puerta, y cuando la veían, en el rostro les aparecía la misma expresión del cartero.

- Listo – dijo Chaia, entregando la planilla.

- Gra… Gracias – contestó el cartero, inmóvil.

Chaia le cerró la puerta en la cara. “Tipo raro”, pensó. Después pasó frente al espejo de su cuarto, y vio que estaba completamente desnuda. Se llevó una mano a la boca, muerta de risa. Después se tiró boca arriba en la cama, mirando hacia el techo.

- Ojalá vuelvas, Señor inconveniente – dijo – Ojalá vuelvas.