En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

26 enero 2006

19 - El Arlequín

Vi una puerta que daba a una especie de patio, y salí por ella. Había varios árboles, todos secos. El pasto estaba tambien seco y amarillento. El lugar me era muy familiar.

- Los pinzones no vuelan más por aquí, sienten miedo - dijo una voz detrás mio.

Me di vuelta rápidamente, sorprendido, y vi una persona vestida con un traje que parecía un pijama amarillo, con rombos negros. Llevaba una máscara también negra (a excepción de la boca dorada).

- ¿Quién eres? - pregunté, tratando de mantener distancia.

- Se fueron cuando el viento del horror comenzó a soplar cada vez más fuerte.

- Me dijo, acercándose a mí - Soy El Arlequín-.

- ¿Qué hago aquí, qué es este lugar?

- El cazador acecha a su presa, y esta se cuida de él, es algo natural. Pero el problema es cuando eres los dos al mismo tiempo.

- Te hice una pregunta - dije, molesto.

- Y yo te di una respuesta. Hay luz, hay esperanza en la vida. No veas sólo el lado malo de las cosas, la oscuridad del simple ser, Martin.

- ¿Cómo sabes mi nombre? - dije, nervioso – Mira, no sé cómo llegue aquí, pero quiero irme.

- Martin, escucha…

- Quiero irme ya - dije seriamente.

El Arlequín lanzó un suspiro de cansancio.

- Está bien. Te diré sólo esto: aflójate la corbata de vez en cuando ¿si?

Después de decir esto, los rombos de su traje comenzaron a moverse, a resbalar hacia el piso, donde formaron un charco como de petróleo. El charco se movió hacia una pared del patio, y trepó por ella, formando un círculo.

- Por ahí podrás irte – dijo una voz aniñada, muy familiar.

Miré rápidamente hacia El Arlequín, y noté que se había empequeñecido, y que su traje era distinto, era blanco con girasoles. La máscara le quedaba grande.
Nervioso, me acerqué y extendí mi mano hacia él, quitándole la máscara. Cuando vi su rostro, dejé caer la máscara. Era yo mismo, de niño. Tenía un tren de juguete en sus manos. Me lo alcanzó.

- ¿Lo recuerdas? - preguntó.

- Por supuesto - dije, sonriendo. El Viajero De La Eternidad. Cuánto tardo papá en regalármelo... Pero cuando al fin me lo dio, fui enormemente feliz.

- Por eso debes tener paciencia y esperar. Cuando llegue lo que deseas, serás muy feliz. Pero mientras tanto, no sufras. No olvides quién eres.

Se me llenaron los ojos de lágrimas.

- Ven, abrázame - le dije.

Nos abrazamos fuerte, y le prometí no volver a olvidarme de él. Después caminé por el túnel. Volteé una vez y vi que el patio había cambiado. Los manzanos estaban florecidos, los pinzones cantaban en ellos, el pasto era verde brillante, y mi yo niño jugaba con el tren, riendo feliz. Yo también me sentí feliz, y llegue a la salida final del túnel, en donde me envolvió una luz blanca intensa, pura y acogedora.