En este Blog podran ver varios de mis cuentos que posteo permanentemente en los Talleres De Escritura de Psicofxp y Foro Metrópolis. Espero que los disfruten tanto como yo. See Ya!!!

17 diciembre 2006

53 - Letras Para Julia 3




PRIMERA PARTE: Cuento Nmro 1


SEGUNDA PARTE: Cuento Nmro 40




Sin dudas que mucho de tu sadismo ha corrompido mi alma, David.

En todo este tiempo que te cuidé, que me limité a decir “si”; a ser una decoración a tu lado; a abnegar mi vida por un cargo de conciencia al principio real pero después absurdo, ya que sólo te interesó tu felicidad, no la mía; en todo este tiempo a tu lado, la maldad y el deseo de venganza fueron seduciéndome lentamente hasta transformarse en mis principales amantes.

Y cuando me propusiste casamiento, pude ver todo claramente.

Me recuerdo a mi misma sonriendo radiantemente, aceptando.

Recuerdo tu sonrisa de imbécil creyendo que yo te amaba, que al fin me habías conseguido.

Nada más lejos que eso.

Era mi bautismo de fuego. Mi liberación de la conciencia.

En el tiempo que siguió, fui la mujer perfecta: salíamos a caminar de la mano; me vestía como una princesa para acompañarte a tus aburridas fiestas de la empresa y le sonreía a todos tus socios y a sus esposas; te preparaba comidas deliciosas; te llamaba todos los días al trabajo; teníamos sexo todas las noches…

No quería que dudaras de nada. Quería que todo fuese perfecto.

Y cuando Andrés me llamó, la venganza cerró perfectamente.

Antes de concebir el plan, yo había intentado contactarlo, pero me dijeron que había vendido todas sus cosas, y se había ido de viaje, sin decir adonde.

Recuerdo que cada vez que escuchaba pasar un avión por el cielo, pensaba en él, creyendo que nunca más volvería a verlo.

Pero no fue así.

Me llamó una semana antes de la boda.

Fue totalmente hermoso volver a escuchar su voz después de tanto tiempo…

Me habló sin parar durante quince minutos, pidiéndome, suplicándome que dejara todo y me fuera con él, que la culpa era absurda, que me amaba y ya no le importaba nada, y muchas cosas más que yo también pensaba.

Él no pudo creerlo cuando le dije: “El próximo sábado, tené las valijas preparadas. Y por favor, andá vestido de traje, y con dos alianzas. Nos vemos en aquella iglesia de Avellaneda, a las 21:00. No preguntés más nada. Sólo decí “si”. Por favor.

Andrés dijo “si” sin dudar un segundo, y nos reímos como tontos sin parar largo rato. Los “te quiero” y los “te amo” eran innecesarios. Ya lo sabíamos. Estábamos felices por volver a contactarnos, simplemente.

La semana se hizo larga, pero yo permanecí inmutable.

Nunca vi a David tan feliz.

Hasta estaba relajado, algo imposible de imaginar en él.

Yo estaba tan segura de todo que no me estremecí en lo mas mínimo al darme cuenta que me había vuelto una perfecta mentirosa, y que iba a arruinarle la vida a David para siempre.

Pero nada me importaba, pronto estaría con Andrés, y nos iríamos lejos, y ya nada podría separarnos.

Todo seria absolutamente perfecto.

Para siempre.





Andrés miró su reloj. 21:30.

Estaba poniéndose nervioso.

Pero no, Julia no podía.

Ella no iba a mentirle.

No debía dudar de ella.

Pero tenía miedo. Y para colmo, mientras esperaba ahí, en la puerta de la iglesia, un viento frío soplaba, emitiendo un lúgubre sonido que lo asustaba aún más.

Cuando ellos habían comenzado a salir furtivamente, y soñaban con un futuro juntos, habían decidido que iban a casarse en esa iglesia.

Pero después…

Después…

Todo se derrumbó.

Cuando decidió irse de viaje, lo hizo pensando en nunca más volver, creyendo que podía olvidarla, pero…

El viento cesó repentinamente. El frío también.

Andrés escuchó unos tacos que se acercaban. Unos pasos firmes y decididos.

Unos pasos que él conocía muy bien.

Miró hacia el lado de donde provenían, y la vio.

Vestida de novia, más hermosa que nunca, Julia se acercaba hacia él.

Aunque deseaba correr hacia ella y abrazarla y besarla, Andrés la esperó, como un novio esperando en el altar.

Sonriendo, Julia llegó hasta él.

- Perdón. – dijo – Pero las novias siempre llegamos tarde.

- Ya no existe el tiempo para nosotros. – le dijo Andrés, acercándose a ella.

El viento volvió a soplar. Pero ahora como una suave brisa, con aroma a jazmines.





El celular de David sonó en su bolsillo, mientras él estaba parado en el altar.

Era el ringtone de Julia.

Sacó el celular, nervioso. Lo abrió. Había un mensaje multimedia.

Era una foto.

La vio: sonrientes y radiantes, Julia y Andrés estaban en ella, mostrando sus dedos anulares con las alianzas.

David estrelló su celular contra el piso, gritando de furia, con el cuerpo estremecido.

Después salió corriendo de la iglesia, y se subió a su auto, con los ojos desorbitados, manejando indefinidamente, sin ir a ningún lado.

Absolutamente sin rumbo.